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Por más que la generación actual se precie de vivir casi exclusivamente de sus propias ideas, la verdad es que no hay adelanto en nuestros días que no haya tenido su ensayo más o menos feliz, ni error al cual no se le encuentre fácilmente la veta a poco que se escarbe en la historia para buscarla. Todos los disparates que hacemos hoy los hemos hecho antes en mayor grado.

El individuo contra el Estado; 2 pesetas. Traducida con autorización del autor Profesor de Psicología. 1880, 8.º, 3,50 pesetas. Este libro, una de las mejores producciones del eminente psicólogo Ribot, expone con claridad y precisión admirables el movimiento de la Psicología científica en Alemania, desde principios de este siglo, en que se hizo el primer ensayo, hasta nuestros días.

Del ensayo resultó que para evitar el pronombre daba la pobrecilla infinidad de rodeos y se metía en una serie interminable de perífrasis: si se aventuraba a dirigirme un , lo hacía bajando la voz y pasando como sobre ascuas. Cuando empezó el segundo acto, volvió a escuchar atentamente.

Una vez todos listos empezó el ensayo. En las comedias bicoles no hay necesidad de lecturas, pases ni copias de papeles: el actor se coloca cerca del apuntador y repite cuanto oye sin variar de tono, parándose á cada final de verso. Con este sistema, claro está que para nada hacen falta los papeles; bien es verdad, que en esta clase de espectáculos, lo que menos significa es la parte literaria.

Parece que está uno en el cielo oyéndoles. Si usted se queda aquí, para el día de la Virgen los oirá porque han de cantar por la tarde en la plaza. Elena dijo que que se quedaría, pero temiendo que pasase por allí su marido y que la estanquera le llamase se despidió de ésta. Iba hacia la iglesia para ver el ensayo y hablar a don Ricardo cuando terminase.

Durante la velada, el pintor, a quien Beatriz cada momento más enamoraba a causa de su melancólica hermosura, de sus actitudes de reina en cautiverio, ensayó de interrogar de nuevo a Pierrepont sobre los antecedentes, la situación y el carácter de tan misteriosa y atractiva persona, pero no insistió como advirtiera en las breves respuestas de Pedro que este punto de conversación era para el marqués, si no desagradable, al menos decididamente tedioso.

Y cuando el extranjero, el artista, el músico... era hembra, entonces el respeto y admiración de Bonifacio llegaban a ser religión, idolatría.... Por todo lo cual, y por lo antes apuntado, prefería con mucho ver a los cómicos tal como eran, a verlos pintados de reyes o de sacerdotisas respectivamente. En el ensayo, en el ensayo era donde se conocía al artista.... No había nadie en el palco.

Por fin, cierta mañana circuló en el ensayo una noticia estupenda.

Y llega la noche, esa noche impregnada de extraña melancolía en que los pobres comediantes, al volver del ensayo con los párpados cargados de sueño, se aplican á sacar de su equipaje los trajes que han de necesitar para el éxodo que emprenderán al siguiente día.

Tómenla, ¡yo no la quiero, no la quiero!... Misia Casilda, acariciando la cabeza rubia, murmuraba: ¿Ves? si yo te lo decía, yo te lo decía... Luego, ensayó arrancarle aquellas ideas disparatadas. No hables así, Quilito, mira que Dios te está oyendo; no te aflijas tanto, hijo mío, quizá todo pueda arreglarse. ¡Has perdido! es una desgracia, pero trataremos, unidos, de remediarla.