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Actualizado: 21 de junio de 2025
Quiero que mientras yo esté fuera veas a Engracia con frecuencia, y que si necesita algo se lo des; yo te dejaré cuartos... En fin, que sepa yo lo que hace. ¡Está más guapa! Corriente: haré eso y todo lo que me encargues. Nada más: no tengo persona de mayor confianza que tú.
Que el segundo llegaba hasta el sitio que ocupa hoy la puerta del Portillo, lo demuestra el intentado asalto de los moros por aquella parte, poco despues que fué reconquistada Zaragoza, y cuya derrota dió lugar á la ereccion del templo de Ntra. Sra. titulada del Portillo. Engracia, Sta. Catalina, Puerta Quemada, S. Agustin y de allí corria hasta la puerta de Sancho .
Con estas noticias coinciden las que da el P. Zaragoza, el cual dice, «existen vestigios de ocho calles subterráneas descubiertas en varios tiempos, unas cavadas en la tierra, otras formadas de piedra y cal, algunas con arcos y bóvedas, y una sostenida de columnas parecidas á las que se ven en la iglesia subterránea de Santa Engracia, de cuyas calles hay tres que paran en el cementerio, y otras tres cuyas minas terminaban en la capilla del Pilar», lo que tambien supone de las otras cuya direccion no pudo averiguarse.
Pero Vd. ¿no es Engracia... la...? ¡Atrévase Vd!... la querida de Millán. ¿Era eso lo que quería Vd. decir? Pues a mucha honra, que me está sirviendo de padre a mi chico. ¿Luego ese niño?... No es de Millán, sino mío y de mi difunto, que por allá nos aguarde muchos años. ¡Andá, si no fuera por Millán, ya habíamos reventao yo y el chico, como la Real Trinidad!
Merece cuidarse la casa prosiguió Sardiola , porque la tenía como una taza de plata aquella bendita Doña Armanda... muy bien alhajada, y muy capaz.... Y ahora que se me ocurre exclamó dándose fiera palmada en la frente . Señorita.... ¿por qué no va usted a verla? Yo se lo diré a Engracia... nos la enseñará toda... ea, decídase usted. No contestó débilmente Lucia para qué....
Maxi no dijo una palabra, y de pronto salió disparado de la casa, cerró con estruendo la puerta y bajó la escalera de cuatro en cuatro peldaños. Asustose Fortunata, y asomándose al balcón, viole recorrer apresuradamente la calle de Sagunto y después tomar por la de Santa Engracia, hacia abajo. Ella salió después, tomando por la misma calle, pero hacía arriba, en dirección de Cuatro Caminos.
Aquella noche no ocurrió nada; pero a la tarde siguiente, Pseudo-Narcissus odoripherus, fue a buscarle a la botica de Samaniego, y le dijo que Fortunata tenía citas con un señor en una casa del paseo de Santa Engracia, un poquito más arriba de los almacenes de la Villa. x Tomó Maxi un coche para ir a Chamberí y a su casa.
A pesar de lo muerto que, por obra del cariño de Engracia, estaba el amor de Millán a Leocadia, la presencia del cura le impresionó desagradablemente, recrudeciéndose en su corazón el enojo hacia aquel hombre, que dio al traste con sus primeros amores.
Cuando regresó a Madrid, le dijo Engracia que Pepe había ido a verla casi todos los días, y que estaba agradecida a sus atenciones, especialmente a lo cariñoso que se manifestó con el niño; de suerte que Millán, apenas vio a su amigo, le dio gracias por el buen cumplimiento del encargo, y como estuvieran solos en el cuarto donde Pepe trabajaba, sin temor de que nadie viniese a molestarles, hablaron así: Sí, chico decía Millán, aludiendo a sus relaciones con Engracia la verdad es que me he encariñado con ella porque es muy buena.
Cosa era esta que sucedía muchas tardes, siempre que al ama Engracia se le ocurría tomar el fresco un rato en el umbral charlando con Sardiola; pero en tal instante Lucía sintió que la puerta entreabierta la penetraba de terror glacial y de ardiente júbilo a un tiempo.
Palabra del Dia
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