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Actualizado: 21 de junio de 2025
Bajaron por la izquierda de la Ribera de Curtidores; al llegar frente al sitio en que tiempo atrás vio salir a Pepe de casa de Engracia sintió el rostro abrasado por una llamarada de vergüenza; pero ni acortó el paso, ni pensó retroceder.
El inteligente vasco respondió al punto: No ha vuelto desde entonces, y se ignora qué piensa hacer.... Engracia no sabe de la misa a la media.... Bien que él nunca dice nada a persona de este mundo de lo que proyecta, ni.... Ahí se está Engracia sola, porque a los demás criados los despidió muy bien galardonados, al partir.... Ella arregla lo poco... lo nada que hay que arreglar ahí... Abrir alguna vez las ventanas, para que la humedad no se divierta con los muebles... pasar un plumero....
Ya imaginaba que iba haciéndose llevadero su infortunio, y tal vez no fuese necesario recurrir al extremo de trasladar a don José a casa de Engracia, cuando simultáneamente se le echaron encima dos contrariedades de tal magnitud, que cada una por sí sola era bastante a precipitar aquella resolución. Ambos golpes se anunciaron con amagos.
Alguna vez llegó hasta cortarle los botones de los vestidos; pero con un solfeo que le dieron no le quedaron ganas de repetirlo. Fuera de esto, nada; siempre había sido la misma mansedumbre, y tan económico que su tía le amaba más quizá por la virtud del ahorro que por las otras. «Pues señor; manos a la obra. En la cacharrería del paseo de Santa Engracia hay huchas exactamente iguales.
Dirá que la Engracia no es querida suya, sino de su amigo Millán, porque antes lo fue, y callará que él ha hecho traición a su amigo, como nos ha engañado a todos.
Lo que más cautivó el corazón de Engracia, fue la dulzura con que Millán trató a su chico. Acaso el tierno afecto de la madre no fue sino el premio espontáneo de las caricias que el niño recibía. De todo esto no tuvo Pepe conocimiento hasta mucho tiempo después, y Pateta tampoco lo sabía cuando habló con Paz: de suerte que ésta lo ignoró por completo.
¿De modo que Vd. con quien tiene amores es con ese Millán? ¿Pues qué se la había figurao a Vd.? La actitud de Engracia no pudo ser más expresiva: Paz, segura de que el exacerbar su ira atraería sobre ella una explosión de injurias, acaso justas, comprendió que el único medio de cortar aquella escena y salir al mismo tiempo de dudas era hablar clara y lealmente.
Había entre los cajistas de la imprenta uno casado dos años antes con una muchacha llamada Engracia, sastra, muy guapa, modosa, de dulce condición y digna de mejor trato que el que le daba su marido.
A su lado, y gateando sobre un trozo de estera, había un niño que se entretenía en manotear contra las prendas ya retorcidas que ella dejaba caer en un barreño. Paz la había visto una sola vez de lejos y teniendo los ojos nublados por las lágrimas; pero la conoció en seguida: era Engracia.
Justa y Engracia eran hijas de una familia honrada, linajuda y rica, ambas casadas; Justa con un propietario que vivía de sus cuantiosas rentas, sin más trabajo que cuidar de aumentarlas, y de quien no tuvo hijos; Engracia con un bolsista de intachable reputación, pero tan confiado en su estrella que aventuraba en jugadas peligrosas más de lo que permite la prudencia.
Palabra del Dia
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