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Actualizado: 16 de junio de 2025
Y luego, si por casualidad aciertan, insistirán en sus censuras, llenando de vituperios a los pobres perdidosos. ¿No se lo dije yo a usted? Si era infalible... Yo prefiero ganar diez duros a negro murmura una voz que 1.000 pesetas a encarnado. ¡Qué quiere usted! Es una manía. Además, no me sería posible jugar a encarnado. ¡Hace ya noventa y un años que juego a negro...!
La una es de cierta edad, y va vestida como conviene; la otra es jóven, vivaracha como una ardilla, debe hablar como una cotorra, y lleva un aderezo encarnado con lazos rabiosos, hojuelas doradas y relumbrones. Al ver tanto arrumaco, y tanto perifollo, y tanto ringorrango, y tantos peregiles, como decimos por allá, se me ocurrió otro verso.
Además, podría tener todos los defectos que quisieran sus enemigos, pero nadie le conoció jamás sombra de inclinación hacia el sexo débil. Despreciaba a las mujeres positivamente: creía que ninguna era capaz de decir ni hacer cosa con sentido común. En su carácter viril parecía haber encarnado el espíritu romano, que negaba a la mujer facultad para regirse nunca por sí misma.
¿Pero estáis loco?... tengo que deciros graves cosas... ¿no me conocéis, tío? ¡La reina!... ¡la reina!... ¡dejadme, don Francisco!... ¡aquel paje!... ¡es el amante de la Inés!... ¡el pañuelo encarnado está en la ventana!... ¡Ah! exclamó Quevedo con una expresión terrible por su horror ¡un paje!... ¡un plato!... ¡el pañuelo!... Y soltó al bufón, que se lanzó á la puerta de la antecámara.
El altar mayor se adorna con muchas luces, unas de cera y otras de sebo; acompañan en el altar al sacerdote seis muchachos de diez a doce años, vestidos con sotanillas encarnadas los días que la iglesia viste de blanco o encarnado, y para los días de otros colores las tienen de los mismos que la iglesia usa, y con roquetes más o menos costosos y decentes, según la festividad del día.
Los muebles eran severos; el damasco encarnado de las sillas y cortinas había empalidecido extremadamente.
El nuestro tira á encarnado, dixo el Sirio, y tenemos treinta y nueve colores primitivos. En todos quantos he exâminado, no he hallado un sol que se parezca á otro, como no se vé en vuestro planeta una cara que no se diferencie de todas las demás.
Y la que le dirigía levantó por el costado derecho su saya azul, metió la mano en una anchísima faltriquera que apareció encima del refajo encarnado, sacó cuatro piezas de á dos cuartos, y las arrojó sobre la mantilla. En la misma operación la siguieron otras compañeras y algunos hombres; y en muy pocos instantes quedó la mantilla medio cubierta por las monedas de cobre.
Luego, cuando el pequeño Tommy venía con un sombrero de copa hasta las orejas y la nariz pintada de encarnado, andando con los piernas para adentro; cuando imitaba al capitán y al doctor Cornelius, entonces los negros comenzaban a reír, enseñando los dientes y soltando la quijada hasta el punto de que Tommy solía empujarles la mandíbula con cuidado para que la cerraran.
Vuelvo la cabeza y veo a un viejecito que empuja las fichas con una raqueta temblorosa. Debe de sentirse próximo a la muerte, y por eso no juega a encarnado. Acaso ganara; pero por unos cuantos duros no va a dejar a última hora su camino de siempre. ¡Qué hermoso ejemplo de consecuencia para los políticos! Yo lo someto a la consideración de un distinguido diputado, el cual se echa a reír. Ya ves.
Palabra del Dia
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