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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Revolviendo en su mente estos alegres pensamientos, llegó D. Acisclo a casa de doña Luz, entró en su cuarto y acertó a encontrarla sola como deseaba. Después de felicitar a doña Luz porque Dios había mejorado sus horas de modo tan estupendo e imprevisto, refirió el encargo que tenía y las circunstancias y solemnidades que hubo cuando se le hicieron.

¿A ver? Usted va á entrar en un momento en que Clarita esté sola. ¿Sola? Pues esos demonios, si salen alguna vez, ¿la dejarán allí? . ¿Y cuándo salen? Yo me encargo de averiguarlo y de arreglar eso. Explícate mejor. Lo primero que usted debe hacer, señor don Claudio es escribir una carta á la niña. Yo también me encargo de eso.

Como supiera un día la dama que su hijo frecuentaba los barrios de Puerta Cerrada, calle de Cuchilleros y Cava de San Miguel, encargó a Estupiñá que vigilase, y este lo hizo con muy buena voluntad llevándole cuentos, dichos en voz baja y melodramática: «Anoche cenó en la pastelería del sobrino de Botín, en la calle de Cuchilleros... ¿sabe la señora?

Terminó la visita a media noche, y cuando el padre y el hijo se dirigían hacia la puerta, acompañados por las señoras de la casa, doña Manuela cambió sus últimas palabras con el señor Cuadros. Quedamos dijo la señora en que usted se encargará de la compra del caballo. Mañana mismo confío en que habrá hecho mi encargo.

Volvía de la emigración muy latino. Afortunadamente allí estaba él para corregir aquella educación viciosa. Despidió a doña Camila y se encargó de la instrucción de su hija. En el extranjero se había hecho don Carlos más filósofo y menos político. Para España no había salvación. Era un pueblo gastado. América se tragaba a Europa, además.

Al contrario, en otras fiestas se observa á menudo, por desgracia, que el poeta se amolda más al encargo que ha recibido, que á seguir sus propios y naturales impulsos; el predominio de la pompa escénica, que ahoga alguna vez los arranques poéticos del autor, anuncia la decadencia del teatro, y al parecer arrastra en ella al poeta.

El herrero se excusaba con voz balbuciente, y por fin hizo juramento de dar los gatillos para el jueves, , para el jueves, con toda seguridad... Había tenido un encargo con muchas prisas... pero en seguida se pondría con los gatillos de la señora, y los tendría, los tendría por encima de la cabeza de Cristo para el día señalado.

Pero pasó una noche rompiendo cuartillas y dando paseos nerviosos para relatar un incendio, y al fin hubo de transmitir el encargo a un golfillo de la casa que no sabía escribir un renglón con su ortografía. Le dieron telegramas para que los ampliase, y los redactó con menos palabras que el original. Era un espíritu superior, incapaz de tan bajas funciones.

En 5 de junio de 1796 se encargó O'Higgins del mando. Bajo su breve gobierno se empedraron las calles y concluyeron las torres de la Catedral de Lima, se creó la sociedad de Beneficencia, y se establecieron fábricas de tejidos. La portada, alameda y camino carretero del Callao fueron también obra de su administración.

Para que el mayordomo indio de cada pueblo se aplicase al desempeño de tan importante encargo, y no tuviese motivo con que disculparse de cualquiera malversación, se le deberían señalar dos por ciento de las utilidades de la factoría.

Palabra del Dia

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