United States or Portugal ? Vote for the TOP Country of the Week !


Si pues no repugna la infinidad de las especies de los seres, distribuidos en una gradacion infinita, estos podrian existir si Dios lo hubiese querido. Entonces, negando todo límite al número de las especies y al de los individuos de cada especie, parece que existiria el número infinito, pues que no es dable excogitar al conjunto de todos los seres ningun aumento ni límite.

El joven, a su vez, sufría el duro escozor de los celos y seguía con mirada de envidia a los convidados más felices que iban a Candore en carruajes variados. ¡Qué triste día! ¡Qué lúgubre y largo al lado del anterior, tan corto y tan radiante y que no tenía continuación! ¡Todo se había acabado! Su licencia expiraba dentro de ocho días.

No era rica, tal vez no era buena cristiana, como la deseaba ella; pero embellecería su existencia, dándole ánimos para seguir aquel camino áspero en el que le había abandonado su mano protectora, paralizada por la muerte. Al salir del fúnebre patio, les pareció aún más hermosa la avenida central del cementerio. El jardín, con su belleza melancólica, ahuyentaba toda idea de muerte.

El ministro ascendió los escalones. Era una obscura noche de principios de Mayo. El cielo estaba cubierto en toda su extensión con un manto espeso de nubes.

Las mugeres hilaban, tegian las vestimentas y las hamacas indispensables en un pais continuamente anegado, confeccionaban la vagilla de barro, y ayudaban á recoger las cosechas, ocupándose al mismo tiempo de las faenas domésticas.

Después de hablar de las funestísimas consecuencias que causó en todas las industrias sevillanas la epidemia de 1649, dice, refiriéndose al memorial que en 1655 dirigió al Rey el maestro tejedor Francísco Martínez de la Mata en nombre de sus compañeros Francisco de Cisneros y Jerónimo de Porras; que consta en dicho documento, que no habían quedado en Sevilla más que 60 telares, siendo así que antes había 3000, en los cuales trabajaban 30000 personas.

La fiebre amarilla, recién establecida en aquellas regiones, solía ensañarse con los forasteros.

En cierta ocasión, estando las dos planchando las enaguas de una muñeca, la cruel muchacha le dijo con cierto tonillo de burla: Si tanto me quieres, ¿a que no eres capaz de ponerte por esta plancha en un brazo? María levantó con decisión la manga del vestido y aplicó la plancha encendida al brazo, ocasionándose una horrible quemadura.

No osa en él subir cualquiera hombre, Que que el sube, de espanto, dicen, muere. Y porque, si mas digo, no se asombre Quien cosas de admirar aquí leyere, No quiero mas decir de aqueste perro, Y creo que en callarlo poco yerro. Viuda Doña Elvira, pues, y sido De Don Diego el dislate ya contado, Con su madre al Perú hubo salido, Que así por el Virrey les fué mandado.

Clemente Fernández, dominico y Vicario Apostólico de Formosa, me hizo el honor de acompañarme a visitar dicho Colegio, llamado de la Beata Imelda, situado en el barrio de Daitotei, en Taihoku.