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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Entregáronse á dos caballeros, cuyos nombres el tiempo y el descuido dejaron envueltos en tinieblas, para que luego partiesen á Constantinopla, y diesen su embajada de parte de toda la nacion. Llegaron en breves dias con una galera reforzada de Roger. Sabida su venida, y con alguna noticia de la Embajada que traian, fueron recibidos de Andronico con agradecido semblante y muestras de mucho amor.

Forzoso es creer que nuestro embajador de entonces variaba de domicilio, frecuentemente, o bien que por no alterar mi cochero las costumbres de su coche se le había antojado hacerme visitar, que quieras que no, la ciudad y sus inmediaciones. Lo cierto es que pasamos toda la mañana recorriendo Munich en todos los sentidos, en busca de aquella fantástica Embajada.

De esta gloriosa embajada portuguesa, que el Padre Ambrosio presenció durante su permanencia en Roma, hizo el Padre a los frailes un entusiasta relato. La fama, decía el Padre Ambrosio, había anunciado por toda Italia la novedad singular de la Embajada portuguesa. Gran multitud de forasteros de todas las repúblicas y principados de Italia acudieron a Roma.

La duquesita de Biétry, joven, linda y olvidada, tuvo la debilidad de reprochar a su esposo los hábitos que había aprendido en la Opera: ¿No os da vergüenza de abandonarme en un palco, con todos vuestros amigos, para correr no adónde? Señora respondiole él, cuando se tienen fundadas esperanzas de lograr una embajada, ¿no es lo más natural que estudiemos la política?

En este medio llegó á Galípoli Berenguer de Entenza, hombre conocido por su sangre y valor, llamado con grande instancia del Emperador Andronico, que aunque Berenguer tenía ya ofrecido que le vendría á servir, envió segunda vez por él con embajada particular, ofreciendo hacerle muy aventajadas mercedes.

Y á esto le respondió Viracocha Inca, que se volviese, y pues era aquella la opinión de su señor y voluntad suya, que pelease é hiciese todo su poder, que lo quentendia que habia de ser al fin de su batalla, que seria ser preso é muerto mozo y sin entendimiento; é que les dijese á sus señores, quél no pensaba ir allí y que en ninguna manera le tornase á inviar con embajada semejante.

Leí esta mañana en los periódicos que don Rafael Brull, de la comisión, se encargaría de contestar en eso de los presupuestos, y rogué a un antiguo amigo, el secretario de la embajada inglesa, que viniese a recogerme para acompañarme al Congreso.

¡ sueñas, mi pobre María Teresa! ¿Enferma en Valremont la Condesa de Husson? Es imposible; no ha cesado de mostrarse en todos lados: en el Bosque, en la Opera los viernes, en las quincenas de la Marquesa de Beaufort, en el garden-party de la Embajada de Inglaterra, en la fiesta de los Drags en Auteuil... y ¡qué yo!

Sin duda por caminar más cómoda y seguramente, se unió Velázquez a la comitiva y esto hizo decir al bueno de Palomino que «fue enviado por Su Majestad a Italia con embajada extraordinaria al Pontífice Inocencio X». Lo cierto es que el Rey, por orden de 25 de Noviembre de 1648, mandó que a «Diego Velázquez su Ayuda de Cámara que pasa con este viaje a Italia, a cosas de su Real servicio, se le diese el carruaje que le toca por su oficio, y una acémila más para llevar unas pinturas»: con lo cual, acompañado de su esclavo Juan de Pareja, salió de Madrid a 16 de Noviembre y llegó a Málaga donde la flota se hizo a la vela, jueves 21 de Enero de 1649.

¡Jesús, que café, capitán! dijo Bertita, haciendo un gracioso mohín de desagrado al saborear el negro líquido que humeaba en la taza: nunca podré acostumbrarme á estos brebajes recordando el Moka que se tomaba en casa del Ministro, el primo de este. Pues no digo á ustedes nada, del que se servía en la embajada de Rusia, ni el que se daba en las soirées de la Baronesa: ¡Jesús, Jesús, qué país!

Palabra del Dia

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