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Actualizado: 2 de julio de 2025


Toleró sus distracciones elegantes en cuanto podían hacerlo interesante a los ojos del mundo; pero se mostró de una severidad extrema respecto a la elección de sus relaciones y al cumplimiento de los deberes exteriores que correspondían, según ella, a un joven de su rango.

La vida es enteramente distinta que en el Brasil: el clima, las costumbres, la lengua, todo es diferente. La sociedad es fácil y agradable: en Buenos-Aires, cuyo clima es delicioso, se cuentan algunos buenos edificios, cafés, hoteles, tiendas elegantes, muchos casinos, donde se reune una buena sociedad, excelentes paseos, dos teatros, hermosas mujeres.

Luego se puso en movimiento todo junto, aunque cambiando de forma como masa de agua que se acomoda al cauce que la guía, en dirección a la Costanilla, camino de Peleches y a la vez de la Glorieta, adonde se dirigían todos los elegantes de Villavieja entonces, por imperio de la moda.

Sus elegantes compañeras le creían loco al escuchar los disparatados pensamientos que le sugerían el vino, la vista de los mariscos y el recuerdo de ciertas lecturas fragmentarias y rápidas de su juventud. «Vamos a comernos a nuestros abuelos, como alegres antropófagos que somos

Al llegar al portal, y al decir a D. José: «dese usted una vueltecita por el barrio y vuelva aquí dentro de media hora», ya había ella desarrollado en misma cien visiones distintas de lo que había de pasar. Cuando ella entraba, salían las dos niñas de Pez con su mamá para subir al coche que las esperaba en la calle. ¡Qué elegantes!

Estamos en el mes de octubre. Casi todas las damas elegantes que habían ido a Biarritz, a Spa y a otros puntos, y que habían hecho una visita a París, estaban ya de vuelta de la expedición veraniega. Venían, como era natural, cargadas de galas y primores de Worth, de la Ferrière, de Alexandre y de otros artistas; galas que se disponían a lucir durante el invierno.

Yo no me atrevía a reprocharle su coquetería claramente, pero le dije varias veces que comprendía que no tuviera simpatía por , porque yo era más tosco que ella, y ella me contestó que yo le gutaba azí. Le gustaba así para mortificarme. Las tardes del domingo solíamos ir a la Alameda de Apodaca, Dolorcitas y alguna amiga suya; ellas muy elegantes, yo de marinerito.

Es allí donde está aglomerada la parte culta de la ciudad, y donde se ven los opulentos almacenes, las bellas tiendas de joyería y modas, los grandes hoteles, los suntuosos cafés, las damas elegantes, las ricas berlinas y todo el conjunto gracioso y variadísimo de una gran ciudad meridional, francesa y mercantil.

Dicen que es la flor y nata de los elegantes de Madrid, y además un bizarro militar y un hombre de gran porvenir y de extraordinario talento. ¿Serás tan fiera que también le desdeñes?

Mas si os atormento así, es porque tengo grande interés en saber lo que se ha dicho, lo que... ¡Por Dios! señora interrumpió Juan, tenéis razón, han dicho otra cosa, y mi padrino no sabe cómo repetírosla; pero ya que lo exigís, dijeron que erais una de las más elegantes, de las más brillantes y de las más... ¿Y de las más lindas mujeres de París? Con alguna indulgencia han podido decirlo.

Palabra del Dia

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