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And Alexandre Hardy, the French playwright and contemporary of Lope de Vega, who borrowed largely from the latter both in method and detail, so styled many of his works.

Para la Edad Media la virtud que caracteriza al señor es la generosidad, y Alejandro, del cual los poetas medievales hicieron el tipo del perfecto señor feudal, es universalmente celebrado, no por su genio guerrero ni por su valor, sino porque reparte entre sus hombres las tierras y las riquezas que gana. P. Meyer, Alexandre le Grand, II, 372. los sacas, los ganados.

Estamos en el mes de octubre. Casi todas las damas elegantes que habían ido a Biarritz, a Spa y a otros puntos, y que habían hecho una visita a París, estaban ya de vuelta de la expedición veraniega. Venían, como era natural, cargadas de galas y primores de Worth, de la Ferrière, de Alexandre y de otros artistas; galas que se disponían a lucir durante el invierno.

Se infiere, por lo tanto, que por culpa de los terremotos no tenemos chic, ni tenemos un sastre como Worth, ni una fabricadora de sombreros como Mme. Virot, ni un abaniquero como M. Alexandre: en suma, no sabemos hacer nada o casi nada primoroso. Nuestro orgullo, además, nos impide buscar salida para nuestras mercancías, encomiándolas, presentándolas y ofreciéndolas con insistencia.

Así, en El Cortesano de Castiglione: "Del uno es la que usó el gran Alexandre con la mujer y hijas hermosísimas de Dario, enemigo y vencido: la otra es de Scipion, a quien siendo de edad de veinte y cuatro años, y habiendo en España tomado por fuerza una ciudad, fué traida una muy hermosa y muy principal moza, presa entre otras muchas, y siendo Scipión informado ser ésta esposa de un señor de aquella tierra, no solamente no quiso llegar a ella, mas volvióla a su marido con grandes dádivas."

La accion espasmódica del alcanfor es directa, y, sin embargo, ha sido negada por Giacomini, alegando precisamente la larga cita de la esperiencia de Alexandre, que arriesgó perder la vida por esperimentar los efectos espasmódicos y las convulsiones epileptiformes.

Los guantes de piel de perro adobados con ámbar, de fabricación española, debían de ser por entonces artículo muy estimado: Antonio Pérez los ofrecía con encarecimiento, lo mismo en Inglaterra que en Francia, á los más altos personajes, como don estimable, y échase de ver cuánto lo era por la carta 145, parte II de la Colección Ochoa, en que avisa á su mujer el envío de dos docenas desde París, con encargo de distribuirlos, diciendo: que aunque pareciera cosa rara enviar de Francia á España guantes, lo hacía por haberlos fabricado bajo su dirección un guantero llamado Alexandre, tan acreditado ya, que era menester entrarle pidiendo guantes de Antonio Pérez.

Escapé del trueno y di en el relámpago, porque era el ciego para con este un Alexandre Magno, con ser la mesma avaricia, como he contado. No digo más, sino que toda la laceria del mundo estaba encerrada en éste. No si de su cosecha era, o lo había anejado con el hábito de clerecía. El tenía un arcaz viejo y cerrado con su llave, la cual traía atada con un agujeta del paletoque.