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Actualizado: 28 de junio de 2025
Aunque en muy pequeña escala, también podía Frasquito satisfacer otra curiosidad de Obdulia: la curiosidad, o más bien ilusión, de los viajes. No había dado la vuelta al mundo; pero ¡había estado en París! y para un elegante, esto quizás bastaba. ¡París! ¿Y cómo era París?
Había razones poderosas para que Pablito pudiese disponer a su buen talante del corazón de todas las jóvenes indígenas y aun de las extrañas. Era un apuestísimo mancebo de veinticuatro o veinticinco años, de rostro hermoso y varonil, de figura gallarda y elegante.
Ocupaba un sillón en el hall de un hotel elegante de París, cerca del Arco de Triunfo. Frente á él estaba un matrimonio joven: Watson y Celinda. El paso de los años no había hecho mas que afirmar los rasgos fisonómicos de Ricardo, dando mayor estabilidad á su hermosura de atleta tranquilo. La antigua Flor de Río Negro tenía ahora una belleza estival de trato sazonado y dulce.
Sin ser muy alta, tenía una estatura y porte majestuosos. Era delgada, flexible y elegante como las bellas damas del Renacimiento que los pintores italianos escogían para modelos. La línea de su cuello mórbido y lustroso recordaba las estatuas griegas.
Allí el drama se confunde con la comedia, como el millonario se codea con el mendigo, el dandy superficial y afeminado con el bandido de larga experiencia en los misterios del crímen, y la elegante y bellísima lady de esmerada cultura y candorosa pureza con la meretriz infame que vive del inmundo comercio de la lujuria.
Federico se mostraba contento y hasta orgulloso de su matrimonio, y él no tenía derecho á intervenir en la vida doméstica de los otros. Además, sus sospechas bien podían ser el resultado de su falta de adaptación natural en un salvaje al verse en plena vida de París. Elena era una dama del gran mundo, una mujer elegante de las que él no había tratado nunca.
Menudeando el paso y saltando sobre los obstáculos que hallaba en su camino, la Nela se dirigió a la casa que está detrás de los talleres de maquinaria y junto a las cuadras donde rumiaban pausada y gravemente las sesenta mulas del establecimiento. Era la morada del señor Centeno de moderna construcción, si bien nada elegante ni aun cómoda.
Las burlas y los chistes con que Rafaela se vengaba de la silba, hacían mucha gracia al señor de Figueredo, quien se consideraba también vejado, lastimado, silbado y rechazado por la sociedad elegante de Río.
Era ley observada entonces por la sociedad elegante elegir una señora de sus pensamientos, aun sin sentir verdadero amor por ella ó haber pasado de la juventud, y consagrarse á su servicio; y el espíritu romántico de la época revestía estas relaciones con todas las formas de la cortesía caballeresca y de la pasión, ya fuese real ó fingida.
Mide el lago de Thun, desde su extremo superior en la isla de Wissenau hasta el inferior, donde se destaca entre magníficos árboles el elegante castillo moderno de Schadau, una longitud de 18 ½ kilómetros por 3,606 metros de anchura, y tiene en su mayor profundidad 234 metros.
Palabra del Dia
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