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Debo de estar pálido, desencajado... pero este egoísta no ve nada de eso». Entraron en un coche de tercera. En su mismo banco Frígilis encontró antiguos conocidos. Eran dos ganaderos que volvían de Castilla y después de hacer noche en Vetusta buscaban el amor de su hogar allá en la aldea.

Y mientras en Quilito nacía una idea egoísta de este encuentro, la del amor compartido, en el generoso corazón de Susana se despertaba un propósito digno de ella: O he de poder yo muy poco se dijo, o conseguiré la reconciliación de las dos familias; resistencias y obstáculos no han de faltar, pero Quilito y yo, aliados, las venceremos.

En ambos casos Ni deja de ser drama ni deja de ser vida. Nace el niño. Y su primer saludo es un llanto inconsciente; ni siente lo que llora ni llora lo que siente. Pero en los huecos que egoísta deja el reir y llorar de su niñez, deposita la mano del destino la pólvora dormida, y la oculta alegría que explote en la tragedia y en la comedia ria.

Los envilecidos por la explotación, al despertar, buscaban en las doctrinas redentoras la venganza del pasado y el bienestar egoísta, aunque fuese a costa de sus semejantes. Había sembrado la semilla revolucionaria en los parias de la Iglesia, adormecidos en un ambiente de dos siglos atrás.

El abate de V * tenía un carácter frío y egoísta; era muy severo y orgulloso, y sin embargo, conducíase como buen pariente, porque sentía ambición para él y para los suyos.

La única cosa de que se le podría acusar es de una cierta frialdad de alma esa impasibilidad egoísta del célibe, a quien la vida ha hecho sufrir poco y que no está dispuesto a comprender los sufrimientos de los demás. En Delaberge, este defecto débese menos a una natural sequedad de corazón que a las particulares condiciones en que su infancia y su juventud se desenvolvieron.

La navegación no podía ser mejor. El Mediterráneo era una llanura de plata bajo la luz de la luna. De la costa invisible llegaban tibias bocanadas de perfume campestre. Los grupos de la cubierta hacían memoria, con una satisfacción egoísta, de los grandes peligros que arrostraban las gentes al embarcarse en los mares del Norte, plagados de submarinos alemanes.

A fin de no padecer viendo padecer a otro, hago yo, por ejemplo, un acto de filantropía: le hago para ponerme bien conmigo: soy, pues, egoísta; pero el que hace una obra de caridad, por amor de Dios, para ponerse bien con Dios, de quien toda su dicha depende ¿se muestra acaso menos interesado?

Sólo podían pensar así los pobres de inteligencia que forman la principal masa de todas las religiones; los que no ven en el mundo nada más allá de su propia individualidad egoísta; los que sólo aman la virtud como un pasaporte para entrar en la vida eterna, y hacen algún bien es con la idea de que giran una letra sobre el porvenir para que se la paguen con un puesto en el cielo.

Esto es hablar para no decir nada dije a Genoveva, devolviéndole la carta. No replicó la de Ribert, es el lenguaje de un amable egoísta... La belleza y la bondad del celibato son la eterna canción de los que rehuyen las cargas de una familia. Se pueden encontrar mejores razones... Empiezo la otra exclamó Genoveva. No nos detengamos en el egoísmo. «X. Y. Z. a la señora...