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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Echada la sonda en la imaginación y en el corazón de nuestra heroína, y conociendo, como ya conocemos, la índole y la profundidad de su fantasía y de sus creencias, se ha simplificado mucho la tarea de estudiarla, y podemos proceder á analizar sus costumbres rápida y objetivamente. Principiemos por desenvolver este La Granadina es la señora de su casa.

Tenía un tipo repulsivo, chato, de mirada oblicua, pómulos salientes, la boina pequeña echada sobre los ojos, como si instintivamente quisiera ocultar su mirada.

No grites, hija decía la Marquesa, que ya no la miraba por no molestarse con la incómoda postura de la cabeza echada hacia atrás ; ya te bajarán.... Probó el Marqués a encaramarse sobre una escalera de mano de pocos travesaños, que servía al jardinero para recortar la copa de los arbolillos y las columnas de boj.

Se llevaron anchos y bajos divanes a la sala; y allí, en el mismo silencio y la misma suntuosidad fúnebre que había incubado la muerte de mis hijos; en la profunda quietud de la sala, con lámpara encendida a la una de la tarde; bajo la atmósfera pesada de perfumes, vivimos horas y horas nuestro fraternal y taciturno idilio, yo tendido inmóvil con los ojos abiertos, pálido como la muerte; ella echada sobre el diván, manteniendo bajo las narices, con su mano helada, el frasco de Jicky.

En este tiempo tenía ya yo echada la aldaba a la puerta y puesto el hombro en ella por más defensa. Pasó la gente con su muerto, y yo todavía me recelaba que nos le habían de meter en casa; y después fue ya más harto de reír que de comer, el bueno de mi amo díjome: "Verdad es, Lázaro; según la viuda lo va diciendo, tuviste razón de pensar lo que pensaste.

La campana, sin embargo, sonaba echada a vuelo, pero cada alegre vibración repercutía en sus oídos como un toque fúnebre y el resplandor de los cirios detrás de los vidrios de colores hacíale pensar en unos funerales, los funerales de su amor.... En vano ahuyentaba esas imágenes importunas, que volvían como una mosca a posarse en su frente.

3 ¿Por qué somos tenidos por bestias? ¿En vuestros ojos somos viles? 5 Ciertamente la luz de los impíos será apagada, y no resplandecerá la centella de su fuego. 6 La luz se oscurecerá en su tienda, y su candil se apagará sobre él. 8 Porque red será echada en sus pies, y sobre red andará. 9 Lazo prenderá su calcañar; esforzará contra él los sedientos.

Y charlaron con animación o, por mejor decir, charló ella mientras él la escuchaba arrobado, con la cabeza echada hacia atrás, acercando de vez en cuando con su mano trémula de hombre gastado la taza a los labios. Oye, Tono dijo ella cuando terminaron, poniendo con decisión los codos sobre la mesa y mirándole fijamente: ¿qué te parece de ir yo a tu baile?

Corneta tenía la misma elegante figura que un carnicero en día de fiesta. Pequeño, obeso, colorado, con gabán muy largo, las enormes manos aprisionadas por guantes de color de sangre. Llevaba la cabeza echada hacia atrás y hablaba a gritos.

Bien podrá saberlo por habérselo oido á su padre; pero si esta última circunstancia falta, el testimonio es muy poco seguro. ¿Es un viajero que recorre de vez en cuando aquel pais, por negocios que nada tienen que ver con la agricultura? Su palabra merece poca fe, porque son escasos los medios que ha tenido para cerciorarse de lo que afirma; su proposicion podrá ser echada á la aventura.

Palabra del Dia

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