Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 29 de junio de 2025


Después habló de otro peón igualmente ebrio, pero silencioso y triste, que había venido á morir en la Presa y estaba enterrado cerca del río. Robledo encontró papeles interesantes en el fondo de la «lingera» de este vagabundo piojoso. Había sido en su juventud un gran arquitecto de Viena.

Y en esa penumbra mental que separa el sueño de la vigilia, el príncipe, tendido en su cama, recordó una de las escenas de su mejor época, cuando su yate estaba anclado en el puerto de Mónaco. Fué una noche, al salir de un banquete en el Hotel de París. Como estaba algo ebrio, se apoyó en los brazos de dos mujeres hermosas que se disputaban, sonrientes y sin éxito, el dominio de su voluntad.

Mañana tal vez estos pedazos se volverían a juntar para darle tormento. Pero ahora, ebrio de orgullo, aspiraba a grandes bocanadas el aire de grandeza y de fuerza que sus millones le daban. Tenía las mejillas encendidas, congestionadas por la vanidad satisfecha.

Yahhyay aceptó y prometió guardar el pacto, mas ébrio á poco con tus homenages y sinceros aplausos, no pasó ni dias sin aspirar al dominio absoluto y violar la jurada. Irritóse el-Khassem, ya algo repuesto de su primer cuidado; regresó, cayó sobre con la celeridad del rayo, y le obligó á la fuga.

El amor a los desgraciados me domina, hasta el punto de embotar mis sentidos. Soy como el ebrio y el jugador, que, obsesionados por su afición, nada sienten ante la mujer. El hombre de estudio, enfrascado en los libros, experimenta muy débilmente los llamamientos del sexo. Mi pasión es la lástima por los desheredados, el odio a la injusticia y la desigualdad.

El viento pasa estremeciéndose por los tilos; aquí y allí brilla tristemente una luz que parece alumbrar secretos dolores. Por el camino avanza un hombre ebrio que exhala sordos gruñidos y quiere atacarme. En torno mío las tinieblas, la miseria y la rudeza; en mi alma el remordimiento y una pasión que jamás se saciará, he ahí lo que me reservaba el porvenir.

Hoy mesmo, hoy mesmo. Mal que os pese, señor Ramirillo.» Y encargome no dejara de referir esto último, palabra por palabra, a vuesa merced, por lo mucho que le importa. ¿Quién acoge razones de un ebrio? repuso Ramiro, desdeñosamente. Pero no por eso dejó de experimentar súbito calofrío que le bajó hasta las plantas.

Experimentaba el asombro del ebrio que recobra la razón entre los objetos rotos por su feroz inconsciencia. Recordó las palabras de Castro y del médico; ¿cómo no había visto él que este duelo era un disparate? El arrepentimiento cosquilleó en sus ojos con una sensación húmeda; pero ya era tarde. Debía continuar, aunque le faltase la serenidad.

Amalia no le soltaba hasta que le veía ebrio, intoxicado por la violencia de sus caricias. Jacoba le esperaba en el corredor. Después de conducirle por éste y otros varios hasta la estancia donde se hallaba la escalerita excusada que iba a la biblioteca, le hizo seña de que aguardase y bajó sola para cerciorarse de que no había nadie en los pasillos.

Era la única vez que Sanabre creía haber estado ebrio: ebrio de sol, de azul celeste, de verde de los árboles, de aquella luz opalina que derramaban sobre el suelo unos ojos bajos y como avergonzados, al pronunciar el mágico monosílabo.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando