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Actualizado: 26 de noviembre de 2025
Pero se ha levantado el estado de sitio y el duelo no es ya contrario a las leyes del honor. EL VIZCONDE. No es que tenga miedo; pero yo había contado con un breve aplazamiento a fin de adiestrarme. EUSTAQUIO. Voy a enseñarle a ponerse en guardia. Si sigue usted bien mis consejos, no arriesgará gran cosa.
El príncipe le había visitado una vez en esta fortaleza nueva y ruinosa, para invitarle á un largo viaje en su yate. Pero Lewis no quiso aceptar. Debía seguir el duelo con el Casino para recuperar su dinero; tenía la obligación de terminar su obra. La guerra le despertó por unas semanas de esta quimera tenaz.
Agradezco el deseo que usted muestra y la esperanza que me infunde de que no sea a muerte nuestro duelo y de que a las doce de esta noche, que es la de San Silvestre, bebamos un vaso de Champagne para celebrar nuestra reconciliación y la entrada del nuevo año.
Al principio no entendió lo que Toledo le decía al oído. Tuvo que hacer un esfuerzo para recordar. ¡Ah, sí; lo del duelo!... Usted tiene toda mi confianza; haga lo que quiera, firmaré lo que me presente, pero no me levanto aunque me avisasen la muerte de Lubimoff. ¡Qué día este, amigo mío! ¡Si todos fuesen así!
A pesar de su edad quiere ser el primero en combatir, y sólo cediendo á las instancias de la hermana de Don Sancho, cuyo principal apoyo es, consiente que peleen antes sus hijos. La Infanta, de gran duelo, sube á un tablado para presenciar la lid; Arias Gonzalo, lleno el corazón de siniestros presentimientos, se sienta á su lado.
¡Polaina! exclamó Diógenes . ¿Y a qué es el duelo?... ¿A tijera o a aguja?... Algo parecido anda de por medio replicó Gorito.
Con quietud se vive, y en consuelo, Sin pena, sin dolor y sin tristeza, Que no dura jamas el triste duelo, Que es Lima del Perú flor y belleza. Sereno está, apacible y claro el cielo, En un ser uniforme y gran firmeza, Y aunque ha habido temblores muchas veces, Mas ha sido el ruido que las nueces.
La tía María estaba a su lado, llorando a lágrima viva. No parece dijo Marisalada sino que me voy a la China, y que ya no nos hemos de ver más en la vida. Cuando les digo a ustedes que he de volver. ¡Vaya, que esto parece un duelo de gitanos! ¡Si se han empeñado ustedes en aguarme el gusto de ir a la ciudad!
Por temporadas se pasaba días y noches llorando, sin que pudiera averiguarse la causa de su duelo; otras veces se salía con un geniecillo displicente y quisquilloso que era el mayor suplicio de las dos mujeres.
Se cerraron los coliseos y el duelo fué general cuando, corriendo los días sin descubrirse al delincuente, recurrió la autoridad eclesiástica al tremendo resorte de leer censuras y apagar candelas. Por su parte el marqués de Villagarcía, virrey del Perú, había llenado su deber, dictando todas las providencias eme en su arbitrio estaban para capturar al sacrílego.
Palabra del Dia
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