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Cuando el cura subía la escalera para podar sus perales y sus parras, por encima de la pared divisaba las tumbas sobre las que había dicho las últimas oraciones y echado las primeras paladas de tierra.
Desde los balcones de la fachada trasera veíase todo el valle, que no era muy extenso, y también se divisaba como á media legua de distancia un grupo grande de casas que era la villa de Vegalora. Entre la Segada y la villa corría bullicioso y límpido el río, el cual tomaba y dejaba á su talante la parte del valle que mejor le convenía para su cauce.
Ni él mismo sabía lo que le correteaba por el magín. Bien presumía antes a cuántos riesgos se exponían Nucha y su hija viviendo en los Pazos: ahora..., ahora los divisaba inminentes, clarísimos. ¡Tremenda situación! El capellán le daba vueltas en su cerebro excitado: a la niña la robarían para matarla de hambre; a Nucha la envenenarían tal vez.... Intentaba serenarse. ¡Bah!
Desde cualquier punto de la ciudad, se divisaba fácilmente el Instituto Crammer; así es que, bajo este punto de vista, no desmentía su carácter de establecimiento público en el que no faltaba nunca un visitante en su escalera y una cara bonita asomada a sus ventanas.
Al través de los sucios vidrios, barnizados de polvo de rapé, que se había ido depositando lentamente, y en cuyos ángulos trabajaban muy a su sabor las arañas, se divisaba la concha de la bahía, el cielo y la lejana costa.
El carruaje rodaba por la carretera desierta al través de los campos esclarecidos por la luz de la luna. Las nubes volaban también dispersas por los aires. El viento mugía sordamente a lo lejos. Los árboles comenzaban a agitar sus penachos. Ya se divisaba el cercado de la Granja. Luis inclinó la cabeza para despertar a la niña; pero al darla un beso sintió en sus labios el frío de la muerte.
En una palabra, por todas las cosas de su vida, por todos sus hábitos y sus recuerdos, quería esa propiedad, cuya última hora había llegado. El abate divisaba a lo lejos la granja de Blanche-Couronne; sus techos de teja francesa se destacaban sobre el verde del bosque. Allí también el cura se encontraba como en su casa.
Cuando la puerta exterior y la reja estaban abiertas de par en par, como las iglesias de los conventos no están obstruidas por el coro, desde las gradas de la cruz de mármol blanco, que estaba situada a distancia fuera del edificio, se divisaba perfectamente el soberbio altar mayor, todo dorado desde el suelo hasta el techo, y que cubría la pared de la cabecera del templo.
Sin darse cuenta de ello se fué colocando poco á poco detrás de su amigo. ¿Qué es eso? dijo éste volviéndose. ¿Tienes miedo? ¡Qué harán entonces aquellos que van por allí! Y señaló con la mano un punto que apenas se divisaba en el horizonte. ¿Un barco? preguntó la joven con ansiedad. Sí. ¡Pobrecitos!
Un gran montón de estiércol se divisaba delante del umbral. En el mismo instante apareció Hexe-Baizel, arrojando, con una gran escoba de retamas verdes, el estiércol al abismo.
Palabra del Dia
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