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Actualizado: 7 de junio de 2025
En caso de ser tú culpable lo serías solamente de ser amado por mi hija con entusiasmo excesivo. ¡Cuán bueno es usted que así trata de tranquilizarme, padre mío! Ahora, Amaury, vas a prometerme no hacerla bailar demasiado y estar en todo momento a su lado procurando distraerla con tu conversación. Se lo prometo a usted.
Eran maravillas. Quería Sobrino que su distinguida parroquiana viese todo y diera su parecer sobre algunas telas de una novedad algo estrepitosa. Acudió ella al reclamo; pero lo mucho y nuevo y rico que vio no fue parte a distraerla de la pena que llenaba su alma.
Sentados á la sombra del sauce, oyendo el murmullo del agua, hablaron de las estrellas, de las flores, de mil diversas materias, hacia donde el tío procuraba llevar la atención de su sobrina, para distraerla de su curiosidad sobre los asuntos de Clara. Lucía, no llegando á distraerse lo bastante, dijo por último: Tío, V. va á hacer de mí una sabia.
Ni una mirada para ese espectáculo brillante y ruidoso, ni una sonrisa para ese murmullo de admiración que la sigue, para los homenajes que la rinde la más alta nobleza de Sevilla y de Córdoba. Nada puede distraerla de sus santos pensamientos. Huérfana, rica, se entrega a Dios, y en su representación a la superiora de Santa María.
Durante el trayecto, Gonzalo se mantuvo alegre y hablador, dando matraca a su cuñada, la cual estaba taciturna en demasía. El joven creía que el recuerdo de la fatal escena que narramos la atormentaba, y hacía vivos esfuerzos por distraerla. La sociedad del Liceo se hallaba establecida en la única ala sana de un viejo convento derruído.
De vez en cuando, no obstante, cruzaba por su rostro una sombra: poníase de repente seria y pálida, y clavaba los ojos con obstinación en cualquier objeto. Andrés, en cuanto lo advertía, procuraba distraerla.
Para distraerla, siguiendo mis aficiones didácticas, me entretuve en hacer cerca de Madame Duval el papel de cicerone. Madame Duval seguía a mi servicio y jamás se había detenido en las orillas del Tajo.
La llevé a paseos y tertulias, la vestí y la adorné con los más elegantes trajes de moda, y procuré distraerla y alegrarla, pero todo fue en balde. Ella me confesó al cabo que tenía la más decidida vocación de abandonar el mundo y de entrar en el claustro.
La visita del señor de Couprat ha abierto a su espíritu horizontes nuevos, que ya habían clareado con la lectura de algunas novelas. Le hace falta distracción. ¡Distracción! ¿Y dónde queréis que halle yo eso? No me puedo mover: estoy enferma. Por eso, señora, no cuento con usted para distraerla. Es necesario escribir al señor de Pavol y rogarle quiera tener a Reina en su casa durante algún tiempo.
María seguía orando en el cuarto de su madre. Las luces pálidas de la aurora sorprendiéronla todavía de rodillas con la mirada puesta en el cielo. Las hachas de cera, que ella misma había cuidado de colocar en torno del lecho mortuorio, ardían melancólicamente, rompiendo con su cruda luz amarilla la tibia claridad que envolvía la estancia. Nadie osaba distraerla de su devota meditación.
Palabra del Dia
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