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Comparado con el segundo, el primero tenía algo de aristocrático y podría pasar por albergue de familias distinguidas. Entre uno y otro patio, que pertenecían a un mismo dueño y por eso estaban unidos, había un escalón social, la distancia entre eso que se llama capas.

Y ella, adivinando que este acercamiento repentino sólo era por el deseo egoísta de no verse solo, burlábase de sus aventuras en el buque. A usted, paisano, únicamente le interesa lo extranjero. No tiene ni una mirada para lo de casa... ¡Claro! Las de la tierra somos poco distinguidas, no tenemos chic, como dicen esas señoras que hablan con Isidro. Fernando la miró con interés creciente.

Se trata de un noviazgo últimamente concertado entre una de las más distinguidas señoritas de esta localidad y un conocido caballero bonaerense. He ahí sus respectivas siluetas: Ella. Tiene la belleza de una hurí del séptimo cielo de Mahoma y la gracia de una andaluza.

Este barbudo es Darwin; el otro, que parece un erizo blanco, mi gran tío Schopenhauer; el de más allá, Zola, con su mirada triste, como si fuese a llorar; aquel viejo tan guapo y simpático, el amigo Hæckel... Todos gentes distinguidas, apreciables puntos, que no se ofenderán de vivir con nosotros en plena alegría juvenil. ¡Las cosas que van a presenciar estos ilustres gachos!...

Yo creo añadió después de una larga reflexión que lo mejor será que tu hermana entre en un convento... No tuerzas el gesto; no creas que quiero enviarla a un convento cualquiera. Hablaré con mi madre: nosotros sabemos hacer las cosas. Irá a un convento de señoras, de religiosas distinguidas, y la dote será cosa nuestra. Ya sabes que por dinero no discuto.

En cuanto se tuvo noticia de que un carruaje estaba a la puerta, la mayor parte de los invitados abandonaron los placeres y corrieron hacia allá, deseando hacer ostensible su amistad con personas tan distinguidas, que hacían viso en la sociedad madrileña y tenían carruaje propio. Venían el presidente, su esposa y dos hijas. El Sr.

Al pequeño le llamaban el Mayor porque era el más antiguo o porque era el más rico. Prestaba dinero a las personas distinguidas, no era muy tirano en materia de réditos y plazos, y su discreción y sigilo eran proverbiales en la provincia.

Le caía muy bien la vestidura aquélla al mejicanillo. Luciría en estrados informando en una causa ruidosa, ante un público de ociosos, más o menos criminales también, y de señoras distinguidas.

Pero la relación de personas distinguidas le tenía sin cuidado a Apolonio; lo que él echaba de menos era el trato de personas ilustradas, el ambiente académico y artístico.