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Actualizado: 22 de mayo de 2025


Al cabo de unos quince días, su hermana le enseñó una carta que había recibido de ella; se daba por enterada del desamor de su novio, sin proferir una queja; disculpaba su conducta manifestando que después de la separación había reflexionado que ella no podía convenir a un hombre como Miguel; hubiera deseado, sin embargo, que éste se lo hubiera dicho antes de tenerla impaciente y triste muchos días; terminaba diciendo que al fin había conseguido de su tía el permiso para hacerse monja de la caridad.

Todavía, sin embargo, disculpaba a don Paco recordando que ella le había despedido y que él no tenía que guardarle fidelidad.

Era evidente que Zakunine, comprometida toda su fortuna en la obra revolucionaria, necesitado además de mucho dinero para su vida disipada, había recurrido a su amiga. En los primeros tiempos, la intimidad de sus relaciones disculpaba, ya que no legitimaba esos préstamos: más tarde, concluido el amor y comenzados los malos tratos, no se había encontrado en situación de satisfacer sus compromisos.

Don Hilario, el maestro, mandaba recados a casa avisando que el día tal o cual no había ido; pero mi madre me disculpaba siempre y, como veía que me iba poniendo robusto y fuerte, hacía la vista gorda. Los domingos y los días de labor que faltábamos a clase solíamos ir al arenal, nos quitábamos las botas y las medias y andábamos con los pies descalzos.

Yo sospecho que Fabra Ribas quería serle agradable a Morote, y que por eso le proveía de rusos con tanta abundancia; pero él se disculpaba diciendo que Morote era la única persona que había en Madrid capaz de servir a un extranjero. El caso es que, cada dos meses o cosa así, Morote salía a la calle muy orgulloso con unos rusos inéditos; pero los pobres hombres fracasaban completamente.

El galán manido se disculpaba con la muchedumbre de sus ocupaciones, hasta que una tarde entró con diversos paquetes de compras, y la dama rondeña vio entre estos el libro, del cual se apoderó al instante con ganas de inaugurar en él la cuenta y razón de un porvenir dichoso. «Pasaré en seguida todo lo que tengo apuntado en este papelito dijo : lo que se trae de casa de Botín, la araña, las alfombras, varias cosillas... medicamentos... en fin, todito.

Bien se puede apostar que a nadie se le ocurriría, en nuestro siglo, disculpar a San José de haber sido carpintero, y suponer que tenía Treses o Billetes hipotecarios. Ni por la nobleza de sangre se disculpaba la pobreza; antes el tener dinero ha sido en todos los siglos origen de hidalguía. Dineros son calidad, Más vale el din que el don, son refranes que corroboran mi aserto.

«Álvaro seguía pensando Ana había hecho mal en revelarle aquellas miserias, en hacer traición a Quintanar, por indigno que este fuera, y sobre todo en avergonzarla a ella con las aventuras ridículas y repugnantes del viejo». Pero como tenía empeño en limpiar de toda culpa a su Mesía, a su señor, al hombre a quien se había entregado en cuerpo y en alma por toda la vida, según ella, pronto le disculpaba, reflexionando que «el pobre Álvaro hacía aquello por amor, por arrojar del pensamiento de su Ana todo escrúpulo, todo miramiento que pudiera atarla al viejo que había hecho de lo mejor de su vida un desierto de tristeza».

Ahora me explico el furor de Villavicencio contra ti. ¿Pues no dice que eres el autor de todo y que es preciso sentarte la mano? ¿A ? Y disculpaba a lord Gray... Se me figura que quieren hacer justicia en tu persona sin molestar para nada al señor milord.

El desengaño sería cruel para don Paco; pero don Andrés se disculpaba la crueldad recordando aquello de «quien bien re quiere te hará llorar» y lo otro de «la letra con sangre entra». Al prestar estos dos servicios no se le ocultaba a don Andrés lo mucho que él se exponía.

Palabra del Dia

ancona

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