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Actualizado: 22 de junio de 2025
La puerta del saloncito había quedado de par en par y D. Jaime estaba de rodillas a los pies de doña Luz. Se diría que se acababa de entregar a discreción, que todo por su parte estaba dicho, y que a ella tocaba sólo hablar e imponer condiciones. El orgullo de doña Luz se sentía vivamente lisonjeado.
Sé padre de las virtudes y padrastro de los vicios. No seas siempre riguroso, ni siempre blando, y escoge el medio entre estos dos estremos, que en esto está el punto de la discreción.
Algunos de sus vecinos se levantaron, deslizándose por la gran escalera con balaustres de tallada caoba, que venía a terminar en la puerta del jardín de invierno. Abríanse grandes claros en la concurrencia. Desaparecían las gentes con discreción, en suave retirada, sin que se enterasen los demás de por dónde habían escapado.
Mucha discreción fue menester para disimular el contento que recebí cuando llegó a mis oídos el título del libro; y, salteándosele al sedero, compré al muchacho todos los papeles y cartapacios por medio real; que, si él tuviera discreción y supiera lo que yo los deseaba, bien se pudiera prometer y llevar más de seis reales de la compra.
Mostró ésta gran enojo por la conducta del conde y se expresó en términos bastante vivos contra él; tomó parte por la joven, deshaciéndose en elogios de ella; no se hartaba de ponderar sus ojos, su talle, su discreción y bondad. Hasta dio ostensiblemente algunos pasos para reconciliarlos.
Llevando en sí sus juicios definitivos con la mayor discreción posible, aquéllos se arraigaban en su espíritu y crecían en él tan tranquilamente como la hierba en las praderas.
Al pequeño le llamaban el Mayor porque era el más antiguo o porque era el más rico. Prestaba dinero a las personas distinguidas, no era muy tirano en materia de réditos y plazos, y su discreción y sigilo eran proverbiales en la provincia.
Pero cultivaba su amistad comprendiendo que en todo momento podría confiar en los buenos oficios de su discreción y de su bondad. Ahora la divertía el tono afectado con que le reprochaba sus inconsecuencias con Muñoz. ¿Me prometes insistía ser leal, quererle de verdad, prodigar en este amor tu corazón? Te prometo respondió Adriana imitando su énfasis no traicionarle jamás, prodigarle mi corazón.
Todo lo que el cura decía estaba escuchando, algo de allí desviado, el capitán, y notaba todos los movimientos que su hermano hacía; el cual, viendo que ya el cura había llegado al fin de su cuento, dando un grande suspiro y llenándosele los ojos de agua, dijo: ¡Oh, señor, si supiésedes las nuevas que me habéis contado, y cómo me tocan tan en parte que me es forzoso dar muestras dello con estas lágrimas que, contra toda mi discreción y recato, me salen por los ojos!
Aquesta sobre todas se señala En costoso aderezo de vestido, De Aliaga, Beatriz, lleva la gala En discrecion, aviso y buen sentido: Tambien la que no tiene cosa mala, Ni menos bueno que ella, su marido, Dá lustre, con su lustre en toda Lima, Doña Maria Cepeda, de alta estima.
Palabra del Dia
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