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Actualizado: 22 de junio de 2025
Esa exuberante amiga de las artes, que pinta como canta, ha escogido a Luciana para retocar clandestinamente sus obras maestras, y paga liberalmente su talento, y, sobre todo, su discreción. La felicité con un bravo un poco seco, saludé a la de Grevillois, muy ocupada en cumplimentarla para hacer caso de mí, y traté de descubrir a Luciana.
Rosas, entretanto que la ciudad se rinde a discreción, con sus constituciones, sus garantías individuales, con sus responsabilidades impuestas al Gobierno, agita fuera de Buenos Aires otra máquina no menos complicada.
Los pocos años de Leandra sirvieron de disculpa de su culpa, a lo menos con aquellos que no les iba algún interés en que ella fuese mala o buena; pero los que conocían su discreción y mucho entendimiento no atribuyeron a ignorancia su pecado, sino a su desenvoltura y a la natural inclinación de las mujeres, que, por la mayor parte, suele ser desatinada y mal compuesta.
De tarde en tarde escribía alguna carta, hablando del pasado más que del presente; pero á pesar de esta discreción, Torrebianca tenía la vaga idea de que su amigo había llegado á ser general en una pequeña República de la América del Centro. Su última carta era de dos años antes.
Lo que don Acisclo quería era aquella alianza, y poco le asustaban las enrevesadas razones y fatídicos pronósticos en que se fundaba y que él se guardó bien de confiar a nadie. Sólo de cuando en cuando, si bien haciendo desmedidos encomios de la entereza, discreción, honradez y sabiduría de D. Juan Fresco, afirmaba D. Acisclo que era un ente.
La señorita Margarita contó de nuevo la aventura, observando la misma discreción en cuanto á la parte que había tenido yo en el desenlace, hasta insistió con una especie de crueldad, relativamente para mí, sobre los talentos, el valor y la presencia de ánimo que su perro había desplegado en aquella heroica circunstancia.
Antes mirarás hermosas que bobas en esta ciudad, que tiene fama de tener las más discretas mujeres de España, y que andan a una su discreción con su hermosura; y si no, míralo por Costancica, de cuyas sobras de belleza puede enriquecer, no sólo a las hermosas desta ciudad, sino a las de todo el mundo.
El Magistral no pudo saborear tranquilamente aquel triunfo vulgar, ordinario, porque sin querer pensaba en el grupo de la ventana del comedor. Mientras respondía con modestia y discreción a todos aquellos amigos, su imaginación estaba fuera. Pasaban minutos y minutos y los del comedor no venían. «¿Comería en casa de la Marquesa, Anita?
Enorme baúl mundo guardaba, con sospechosa discreción, mil especies de arreos diversos, los unos antiguos, retocados o nuevos los otros, todo a medio hacer, revelando la súbita interrupción del trabajo por la presencia de testigos importunos.
Quizás con la espuela y el freno de la necesidad, hubiera brillado en algo de lo mucho que intentaba conocer por invencible curiosidad, pues talento y discreción tenía para ello; pero le faltaba paciencia, porque le sobraban la libertad y el dinero, y de aquí sus veleidades y aquellas ensaladas científico-filosóficoliterarias de que se atiborraba la cabeza.
Palabra del Dia
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