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Actualizado: 30 de abril de 2025
Diremos dos palabras respecto al P. Colin y al religioso de Thévenot. La obra del primero fuè «sacada de los manuscritos del P. Pedro Chirino,» segun consta en la portada, y ya sabemos quien fué el religioso de Thévenot. Parece, pues, natural que la opinion de estos tres esté acorde, pero no sucede asi. He aqui lo que dice Chirino (p. 41): «An tomado de nosotros, escrevir atravessando las lineas o renglones de la mano izquierda
Entonces preguntaremos, si es el yo en sí, ó en sus actos; si es el yo en sus actos, entonces la filosofía del yo se reduce á un análisis ideológico, nada tiene de característico; si es el yo en sí, diremos que este no es conocido intuitivamente; y que menos que nadie pueden pretender á esta intuicion, los que le llaman el absoluto. Para ellos mas que para los otros, es el yo un abismo tenebroso.
16 Entonces dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos? ¿O con qué nos justificaremos? Dios ha descubierto la maldad de tus siervos: he aquí, nosotros somos siervos de mi señor, nosotros también, y aquel en cuyo poder fue hallada la copa. 17 Y él respondió: Nunca yo tal haga; el varón en cuyo poder fue hallada la copa, aquel será mi siervo; vosotros id en paz a vuestro padre.
Por nuestra parte diremos solo que si esto ocurría en la más importante rica y floreciente ciudad de España como á la sazón lo era Sevilla y durante las más gloriosas de nuestras monarquias; ¿á qué estado de abandono y de suciedad habrían llegado otras ciudades de segundo y aun de tercer orden?
Imitando, o mejor diremos, prefigurando al héroe de una novela de Gabriel d'Anunnzio, aunque sin premeditación ni alevosía, sin sutilezas psicológicas y sin celos retrospectivos, sino en el arrebato y en la excitación del insomnio, agarró al Principito y lo arrojó al mar por la ventana del camarote.
Dios quiere, y el universo sale de la nada; ¿cómo se puede comprender esto? á quien nos lo pregunte le dirémos: el hombre quiere, y su mano se levanta; el hombre quiere, y todo su cuerpo se pone en movimiento; ¿cómo se puede comprender esto? hé aquí una imágen pequeña sin duda, pálida, incompleta, pero verdadera imágen de la creacion: un ser inteligente queriendo, y un hecho apareciendo. ¿Dónde está el vínculo? si no podeis explicárnosle con respecto á los seres finitos, ¿nos exigiréis que lo expliquemos tratándose del ser infinito?
Diremos que tú has olvidado tus agravios y que yo he pedido el perdón de mis faltas. Yo habré dado todos los pasos y tú habrás tenido la grandeza de alma de perdonar. Considera que semejante concesión á tu amor propio merece alguna indulgencia y que yo la reclamo, no ficticiamente, sino con verdad. Todo lo que pido, es el derecho de amar á esos muchachos tanto como tú.
Si es lícito abandonarse á conjeturas, diremos de estos adelantos escénicos lo que de los argumentos de La Cueva, cuando nos fijamos en sus groseros efectos, y los miramos como un esqueleto desprovisto de las galas brillantes que lo adornan.
Dicha construcción, data próximamente, de los primeros años de la segunda mitad del siglo XVI. ¿Qué diremos por último del moblaje? No uno, sino muchos capítulos serían precisos para dar una idea de los tesoros acumulados en las casas sevillanas por sus opulentos dueños, de los cuales nos dan razón muy minuciosa los inventarios de la época.
Sentadas estas opiniones, diremos que, a nuestro humilde juicio, pudieron muy bien los moros construir gran parte de los cimientos de la nueva ciudad y alguno que otro edificio y destruir a su huida lo poco o mucho que pudieran, aprovechando después los caballeros del Rey D. Alonso aquellas ruinas para elevar y fortificar las murallas, y levantar nuevos edificios. Capítulo III.
Palabra del Dia
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