Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 11 de mayo de 2025
¿Y qué queréis? no somos libres: no nos pertenecemos. Tratándose de vos, yo soy enteramente libre. Pertenecéis á doña Clara. Decidme... apartáos de ella... no es necesario que me lo digáis... Yo no os diré eso jamás. Harélo yo... os seguiré. No me seguiréis... os lo juro. ¿Y por qué? Porque no debéis seguirme. No me habléis de deber, cuando se trata de amaros... ¿no os debo la vida?
¿Por quién habéis pegado á don Bernardino? dijo Dorotea ; ¿por mí ó por Mari Díaz?... estamos solos, Juan, y quiero que me digáis la verdad... cuando yo salía, la Mari Díaz os citaba. He pegado á ese hombre, por él mismo; y en cuanto á esa mujer, no tenéis motivos para enojaros conmigo. ¿Y qué pensáis hacer? ¿Que he de hacer más que matar á ese hombre, y dejar ir por su camino á esa mujer?
¡Que he amargado yo...! ¡que puedo yo amargar vuestra vida! ¡oh! ¡no me lo digáis, no! ¡eso me desesperaría! ¡eso no puede ser! ¡eso no es! Yo no podía comprender... no, no podía comprender que de repente, á primera vista, pudiese el corazón interesarse de tal modo... ¡Ah! decidme... me interesa conocer vuestro corazón. ¿Vais á ser franco y leal conmigo? Os lo prometo.
Tomad á sueño lo que ha pasado, señora, como yo lo tomo á locura y maldición mía, y entendedme y no me digáis que no os amo, que al revés de otros, mi amor os pruebo cuando de vos me aparto, y con esto, dejadme que mi barca fabrique, que la tormenta arrecía y el puerto está lejos, y no por mí, sino por otros, á piloto me meto.
En la mesa redonda se habían sentado los dos bandos que habían jugado a la pelota, separados. Fernando, viendo que traían en una fuente piernas de carnero, dijo a dos o tres en voz baja: Yo no sé de dónde saca el amo estas piernas de perro tan hermosas y con tanta carne. ¿Pero son de perro? dijeron ellos. Sí, de perro; pero no se lo digáis a esos, que se fastidien. ¿Pero de veras, Fernando?
Pero no me digáis nada por ahora, que no quiero perder, por acudir a vuestro sobresalto, el gusto que recibo de oír al que canta; que me parece que con nuevos versos y nuevo tono torna a su canto. -Sea en buen hora -respondió Clara.
«Por más que me digáis, me riñáis y me prediquéis, mi querido cura, no me quitaréis de la cabeza que si Francisco I amaba mujeres tan lindas como Blanca de Pavol, tenía por cierto, mucho juicio. Vos mismo, señor cura, os enamoraríais de ella, si la vierais. Sin embargo, os declaro, sus modales de reina me intimidan algo, a mi, a quien nada intimida.
¡Ah! ¡Desgraciado! no digáis eso... no lo penséis siquiera... ¡Os estoy tan agradecida, por el contrario! ¡Os debo tanto, amigo mío!... Mirad, os voy a decir una cosa que os sorprenderá mucho... según creo, pero en fin, voy a decírosla... pues bien, vos me habéis salvado. ¡Sin vos, estaba perdida!... Ahora podéis estar seguro de que no deseo perderme con vos... ¡Ah, amigo mío, caeríamos de tan alto!
O queréis hacerlo vos solo dijo irritado por la codicia el tío Cornejo. Hablemos en paz, señor Gabriel dijo el cocinero mayor , y concluyamos, concluyamos de todo punto. No digáis á nadie lo que á mí me habéis dicho, porque podríais ir á la horca.
Vos me fortificáis y me consoláis... y yo me convierto en niño para vos; pero dejadme que sea por algún tiempo hombre y cumpla con mi obligación; que escribir tengo al duque... y largo... y de tal modo que le digo que me espere. ¡Cómo! ¿os vais, don Francisco? Y me alegro. No digáis eso, porque creeré... Debéis creer que os amo mucho. Tenéisme vuestra....
Palabra del Dia
Otros Mirando