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Actualizado: 30 de abril de 2025
El aspecto de las calles es triste y desolado, y donde quiera se ven ruinas que manifiestan cuánto ha tardado la ciudad en reponerse del terrible incendio que la devoró en 1799. Una de esas fuentes está situada en el lugar donde el terrible Gessler hizo colocar al hijo de Guillermo para que este traspasase con su flecha la manzana puesta sobre la cabeza del inocente niño.
El mozo se nos acercó y nos dio la carta. Blanca pidió bisque y nos hizo servir champagne. Era hija del padre; las delicadezas de la mesa la seducían más que otras cosas. Devoró el primer plato y agotó la copa con ansia. Nos habíamos sentado en un extremo de la mesa; las flores y los adornos centrales nos cubrían de los vecinos del frente.
Aquella mujer, antes esclava sumisa, se atrevía á desafiar su cólera; luego estaba bien convencida de que no podía vivir sin ella. Devoró su enojo y se guardó en adelante de dirigirle ninguna burla mortificante. Sólo con muchas precauciones y mirándola siempre á la cara se autorizaba de vez en cuando algunas bromitas tímidas y cariñosas que más parecían caricias.
El mar embravecido devoró nuevos buques, y las galeras mallorquinas llegaron tristemente a la bahía de Palma escoltando al Emperador, que sin querer bajar a tierra se dirigió a la Península.
Disgustos, rabietas, lágrimas y furores sin fin, por consiguiente. El monstruo, además, se desacredita y se hace odioso a cuantos seres existen. Así es que exclama lleno de angustia: ...............devoro un ultraje perpetuo de los mundos y un eterno desprecio de los cielos. ¿Qué resolución adopta el monstruo para salir de tan abominable conflicto? La más tremenda de las resoluciones.
Desde el sarcasmo hasta la mal rebozada injuria, todo lo devoró con resignación que podría llamarse angelical, si virtudes de este linaje negativo no fuesen más dignas del limbo que del cielo.
Después, el espléndido banquete en los estupendos comedores de la casa de la «hermosa desposada»; y aquello fue la de vámonos. De lo que allí hubo, con ser tanto lo que se dijo, fue mucho más lo que se devoró. «Llorando sin cesar lo que sorbía, Y sorbiendo a la vez lo que lloraba».
Todo lo devoró Jacobo línea a línea, letra a letra, pasando por todas las emociones de la sorpresa: el pasmo, el rencor, la esperanza, el recelo; hundiéndose ambas manos en su crespa cabellera y apretándose el cráneo como para impedir que su atención se distrajese; oprimiendo algunos de aquellos papeles entre sus dedos temblorosos, como si quisiera indicar que eran suyos, que a él solo pertenecían, y nadie en el mundo se los había de arrebatar; a veces, deteníase un instante, cerraba los ojos y respiraba con fuerza, como si le faltase el aliento...
Los pequeños lo calculan muy bien todo cuando se atreven á insultar la misma grandeza á cuyos pies solían arrastrarse miserablemente..... El Emperador se hizo, pues, el desentendido, y devoró en silencio, como una penitencia, aquellas mortificaciones de su orgullo. Conque decía que nosotros anduvimos á campo travieso la última media legua que nos separaba de Yuste.
Luego, soltándose Feli con inesperado tirón, se levantó y corrió alrededor de la mesa, perseguida por Isidro, que lo acosaba con rugidos de ogro. ¡Que te como, feísima!... ¡Que te devoro, sosa... desgalichá! Con tales intermedios, el arreglo de los muebles, a pesar de ser pocos, amenazaba prolongarse hasta bien entrada la noche. La colocación de la cama fue el asunto magno de la tarde.
Palabra del Dia
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