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Actualizado: 30 de abril de 2025
Pero después de aquella sacudida que el amor le dio, entrole tal gusto por las grandes creaciones literarias, que se embebecía leyéndolas. Devoró el Fausto y los poemas de Heine, con la particularidad de que la lengua francesa, que antes le estorbaba, se le hizo pronto fácil. En fin, que mi hombre había pasado una gran crisis. El cataclismo amoroso varió su configuración interna.
Tristán hizo un signo negativo con la cabeza. ¿Voy a casa a buscar socorro? ¿Puedes quedar aquí? Hizo un signo afirmativo. Entonces la intrépida joven saltó con increíble energía sobre su jaca y la puso a un galope furioso. El animal, como si comprendiese lo que su ama exigía de él, devoró en cortos minutos la distancia. Cuando llegó al Sotillo su hermano salía ya a su encuentro.
La Dorotea era una verdadera reina, una leona de la escena, y aunque la estremecieron aquellas palabras que había cogido al paso, no dió el más leve indicio de haberlas escuchado. Devoró sus celos, se mantuvo serena y miró á Juan Montiño. Entonces se aterró. El semblante del joven estaba demudado aún de cólera. ¿Qué ha sucedido? exclamó ; ¿qué tenéis, Juan? ¿Os habéis visto obligado acaso?...
Sí, lo quiero... Pero ahora estoy muy nerviosa... Deseo quedarme sola... Mañana será otro día, y te prometo ser tuya... Ahí tienes mi mano... Vete a dormir, Álvaro... Hasta mañana. Montesinos buscó en la oscuridad aquella pequeña y hermosa mano, que tan bien conocía, y la apretó contra sus labios perdidamente, la devoró a besos. Joaquina la abandonó en su poder, esperando que al cabo se marcharía.
Devoró la injuria Pilar, como devoraría en tales circunstancias otra más fuerte aún, y sólo pensó en el elegante viaje que con tanto lucimiento coronaba sus expediciones veraniegas.
Palabra del Dia
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