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Actualizado: 17 de octubre de 2025
Ahora le digo a usted mi verdad: si yo fuera que usted, ya que me habían despreciado, no iba ni a dos tirones. Aunque yo fuese capaz respondió Stein de infringir mi obligación de cristiano, y de profesor, necesitaría tener un corazón de bronce para ver padecer a uno de mis semejantes sin aliviar sus males pudiendo hacerlo.
Pero, no importa; la pasión me asusta, me aterra; pero, con todo, no hubiera querido morirme sin sentir esto, suceda después lo que quiera. ¡Ay, Serafina de mi alma, quiérame usted por Dios, porque estoy muy solo y muy despreciado en el mundo y me muero por usted...! Y no pudo continuar porque las lágrimas y los sollozos le ahogaban.
El engreimiento y la soberbia se han apoderado de mí y me han hecho pecar acaso mortalmente. ¿Y cómo es eso? interrumpió doña Inés, sorprendida y sobresaltada. Te diré la verdad contestó Juanita . Yo no he querido huir del peligro, sino buscarlo y arrostrarlo para triunfar de él. No he querido siquiera considerarlo peligro y lo he despreciado.
Soy avarienta, porque poseo cuantiosos bienes y no hago las obras de caridad que debiera hacer; soy soberbia, porque he despreciado a muchos hombres, no por virtud, no por honestidad, sino porque no los hallaba acreedores a mi cariño. Dios me ha castigado; Dios ha permitido que ese tercer enemigo, de que Vd. habla, se apodere de mí.
Se ha despreciado generalmente el uso de la quina en las neuralgias, y en particular en las odontalgias, por dirigirse á medicamentos cuya accion sobre el sistema nervioso es mas electiva.
Quéjase Inés de no haber preferido á su primero y tosco pretendiente, regocijándose sobremanera cuando, por el inesperado fallecimiento de su verdugo, queda en situación de aceptar las pretensiones de su galán, antes despreciado.
De todas maneras, tampoco el hallazgo de aquella patriarcal y mínima república en lo más escondido de una comarca salvaje, considerada por mí en los primeros instantes como un destierro inclemente, era para despreciado.
La infortunada joven sólo esperaba quizás oir una palabra amorosa de los labios de su amante para declararle que, á pesar de todo, deseaba ser suya; pero el iracundo Lope, dejándose arrebatar de la impresión del momento, se alejó para separarse de ella perpetuamente, en la inteligencia de que era despreciado por un rico americano, llamado Don Vela, á quien protegían los deudos de Dorotea.
El torero, al contemplar la carta con su adoración de hombre del pueblo poco versado en la lectura, no podía evitar cierto sentimiento de molestia, como si se viese despreciado. ¡Esta gachí! murmuró . ¡Esta mujer!... No hay quien la desmonte. ¡Mia tú que hablarme de usté!... ¡Usté! ¡Y a mí!... Pero los buenos recuerdos le hicieron sonreír satisfecho.
Pues se me figura que volveré de allá tan pobre como estoy aquí. Yo no sirvo para esto. No soy como mi padre y mis hermanos, que saben Aritmética. Yo no la entiendo. Esa ciencia y yo... no nos hablamos hace tiempo... Yo la he despreciado, ¡y ella se venga haciéndome unas perradas!...
Palabra del Dia
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