United States or Azerbaijan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Caridad á la dádiva avarienta, migaja de su mesa suntüosa, que presta, haciendo cuenta de recobrar crecida de la mano potente y dadivosa de un Dios que se ha forjado en otra vida.

El joven se encolerizó al pensar en la misteriosa fortuna de la avarienta trapera. El era su nieto, y sufría hambre teniendo derecho a una parte del tesoro oculto. Sintiose de pronto animado por una firme resolución. Iría a visitar a la Mariposa, aprovechando la ausencia de Zaratustra.

Soy avarienta, porque poseo cuantiosos bienes y no hago las obras de caridad que debiera hacer; soy soberbia, porque he despreciado a muchos hombres, no por virtud, no por honestidad, sino porque no los hallaba acreedores a mi cariño. Dios me ha castigado; Dios ha permitido que ese tercer enemigo, de que Vd. habla, se apodere de .

Si ella pierde un pretendiente, yo he perdido la conducta y cuanto perder cabe... Después pensaba en Baltasar... y en los Sobrados todos... . ¡Ah!, ¡buen chasco esperaba a la avarienta de la madre, que contaba con establecer brillantemente a su hijo! No la habían querido a ella... pues ahora iban a verse desairados a su turno.... ¡Ya probarían lo bien que sabe!

Eran dos prestamistas del antiguo barrio judío de Santa Escolástica. El uno, joven, con el cabello tuzado sobre la frente, facciones infantiles y enorme corpachón de verdugo. El otro, anciano, ojillos vinosos, nariz avarienta, y la piel del pescuezo cárdena y granulosa como el colodrillo de los pavos.

Visto por él lo cual, y que yo estaba ya crecida y hecha una mujer, y que en el monasterio estaba de ojos, luego de él sacome y llevome a una casa noblemente alhajada, en que para servirme había una respetable dueña, o más bien aya, señora viuda, de grande virtud, honestidad y entendimiento, con otras doncellas y criados; y carrozas y sillas de mano, todo como había de ser, teniendo en cuenta mi grande hacienda y la clara nobleza de mi linaje; y él, para evitar murmuraciones, fuese a otra casa, y no me veía más que al día breves momentos, y aun así, tratándome con un tal respeto y encogimiento, y de una manera tan avarienta mirándome, aunque lo disimulaba, que puesto que yo no entendía de amores, por barrunto conocí que él de estaba enamorado, y que por su edad y sus achaques, que le hacían parecer más viejo que lo que en realidad lo era, a declararme sus amorosos sentimientos no se atrevía; muy por el contrario, mandaba a doña Agueda me llevase a cuantos divertimientos podía yo concurrir honestamente, y en esto veía yo que él buscaba que, conociendo el mundo y tratándome con él, de algún caballero que de fuese digno me enamorase, para con él casarme.