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Actualizado: 17 de octubre de 2025


En cuanto a su caridad, practicaba la de su conveniencia, y nada más. Cualquiera dirá, enterado de estos datos, que, siendo don Raimundo un tipo moral despreciable, era un tipo social despreciado. Pues, ¡no, señor! Don Raimundo de Melo Portas e Azevedo era un hombre a quien se agasajaba y mimaba, como puede serlo, y en realidad no lo es, el varón de grandes y positivos méritos.

Pero cuando, ya convaleciente, volvió a pensar en el mundo que la rodeaba, en los años futuros, sintió el hielo ambiente y saboreó la amargura de aquella maldad universal. «¡Todos la abandonaban! Lo merecía, pero... de todas maneras ¡qué malvados eran todos aquellos vetustenses que ella había despreciado siempre, hasta cuando la adulaban y mimaban!».

El Sr. de Figueredo era más bien despreciado y aborrecido, y por lo tanto, el sujeto menos idóneo para patrocinar e introducir ante el público a una artista que aspirase a hacerse aplaudir. Consternado recibió la carta, porque debía favores a quien se la escribía, tenía obligación de complacerle y no se consideraba muy apto para tan difícil empeño.

Por un acto de fe, aquella señora había despreciado todas las injurias con que sus enemigos le perseguían a él, no había creído nada de aquello y se había acercado a su confesonario a pedirle luz en las tinieblas de su conciencia, a pedirle un hilo salvador en los abismos que se abrían a cada paso de la vida.

Ni más ni menos; vos supísteis que había en la corte una mujer que había despreciado las ofertas, los regalos, las súplicas de los señores más principales, y os dijísteis... por vanidad, por pura vanidad: es necesario que esa mujer sea mía, cueste lo que cueste, valga lo que valga; es necesario que, como soy el dueño de la primera persona del reino, lo sea también de esa dificultad viviente.

La manera noble de conquistarlo era lanza en ristre en medio de un camino, desvalijando a las caravanas, o entrando a saco en las ciudades tomadas por asalto. El precioso metal, buscado en secreto y despreciado en público, no tenía otro empleo que el préstamo y la usura; atrayendo crímenes y maldiciones.

Desde que vivo, desde que soy hombre, y ya hace años, pues no es tan grande mi mocedad, he despreciado todas esas sombras y reflejos de deleites y de hermosuras, enamorado de una hermosura arquetipo y ansioso de un deleite supremo.

Soñando con el virreinato de Nápoles, y no escuchando más que la voz de su orgullo y su amor propio herido, concibió el proyecto de hacerse temer de los que le habían despreciado.

Don Pedro Girón, que era violento, se sentó temblando de pasión y de deseo junto á ella. Os amo dijo el duque de Osuna , y os declaro que soy tan vuestro, que no soy mío. Acoged propicia mi amor, que os juro que es tal, que si se ve despreciado, dará lugar á alguna desgracia. Señor duque dijo tranquilamente doña Juana , mirad que os oye el duque de Gandía. Y señaló á su pequeño hijo.

Apolonio y Belarmino... se abrazan en un abrazo callado, prieto, efusivo y fraternal. Nunca te he odiado; lo juro dice Apolonio, al cabo . Nunca te he odiado, aunque me despreciabas. Nunca te he despreciado murmura suavemente Belarmino. Es la primera vez que se hablan, y se tratan de con espontaneidad, porque en el misterio del pecho eran íntimos el uno del otro, desde hace muchos años.

Palabra del Dia

amitié

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