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Actualizado: 16 de junio de 2025


Despidiéronse el señor Miranda y su hijo Periquito, y la familia Belinchón, con el nuevo individuo que iba a formar parte de ella, subió a la casa. En el recibimiento, las señoras se despojaron de los abrigos y las toquillas. La luz volvió a turbarlos. Gonzalo pudo ver bien entonces a su novia, y observó que no había ganado nada en los años de ausencia. Estaba más alta, pero más delgada también.

Despidiéronse al cabo protector y protegido, y aquel, para lanzar al público sin pérdida de tiempo la noticia, corrió a ponerse, desde luego, de punta en blanco para sus nocturnas correrías, y bajar de seguida a la terraza del hotel, donde toda la colonia española esperaba, como siempre, la llegada del correo.

Despidiéronse de todos, y de la buena de Maritornes, que prometió de rezar un rosario, aunque pecadora, porque Dios les diese buen suceso en tan arduo y tan cristiano negocio como era el que habían emprendido.

Despidiéronse al fin los amables señores con ofrecimientos y cortesanías afectuosas, y solos la rondeña y el de Algeciras, se entretuvieron, durante mediano rato, en dar vueltas de una parte a otra de la casa, entrando sin objeto ni fin alguno, ya en la cocina, ya en el comedor, para salir al instante, cambiando alguna frase nerviosa cuando uno con otro se tropezaban.

Finalmente, luego que se hubieron enterado de todo lo que quisieron, despidiéronse de él muy cortésmente, dándole muchas veces las gracias por su amabilidad y procurando animarle con buenas razones. Al día siguiente aparecía en El Porvenir de Lancia, firmado por el abogado criminalista, un artículo con el título de Una visita al P. Gil.

El 17 de Abril mostráronse ya los reos con más sosiego, viendo que cuantos esfuerzos hicieran resultarían inútiles, y así despidiéronse de sus mujeres y sus hijos, se dispusieron á bien morir, sufriendo la última pena el siguiente día 18 de Abril muy de mañana, en la misma cárcel y no en el sitio acostumbrado.

Las señoras lanzaban gritos de entusiasmo; se les arrasaban los ojos de lágrimas al ver el ansia con que la mamosa niña chupaba el pezón del frasco. Así que se hartó, despidiéronse todos de nuevo, no sin depositar antes cada uno un beso en las mejillas de la pobrecita expósita. El conde de Onís no había desplegado los labios en todo este tiempo.

Buenos Aires es grande, cada uno va a lo suyo, pero alguna vez precisará a usted el arrimo de un compañero. Despidiéronse de Maltrana todos sus «queridos amigos», los jóvenes de las fiestas nocturnas en el fumadero. Algunos le daban cita para aquella misma noche en restoranes frecuentados por personas alegres. Le presentarían a ciertos amigos muy simpáticos: todos «gente bien».

Despidiéronse con derroche de caricias; hubo dúo de amor con música de juramentos; partió el dichoso amante maldiciendo la separación, luego ella, a pesar de lo convenido, adelantó su marcha veinticuatro horas, y en premio de tanta priesa lo primero que vio al llegar al balneario fue al traidor don Juan, no entretenido, sino embobado en decir melosidades a una señorita pazguata y cursi, cuyo modesto atavío y encogidos modales formaban nuevo y apetitoso contraste con la elegancia de la viuda.

Oído lo cual, añadió Lepe: Pues vaya cada uno por su lado; alguien he de encontrar que me lleve en coche o a la grupa, que yo no subo andando. Despidiéronse con la sonrisa en los labios, aunque odiándose, y puesto el pensamiento en su ambicioso propósito, emprendieron a hora distinta y por diversos lugares el camino.

Palabra del Dia

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