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Actualizado: 14 de junio de 2025


Pero la Reina, con la propia condición de mujer, y más aún de la que vive retraída y desocupada, se complacía en saber todas las intrigas y sucesos, sobrando siempre damas de la servidumbre que se empleasen a porfía en averiguarlos y en contárselos luego. Pronto, pues, supo la Reina la rivalidad de Pedro Carvallo y de Morsamor, así como las coqueterías de doña Sol que la habían causado.

Pido á usted auxilio, le dije sonriendo, contra las intenciones de su criado, que sin duda pretende conducirnos á las estrellas. Es que no hay habitacion desocupada en los otros pisos. Entonces, contesté, no podemos tener el gusto de permanecer en su casa. Una afeccion nerviosa que padezco, me impide habitar un piso quinto. Perdone usted, es piso cuarto.

44 Entonces dice: Me volveré a mi casa de donde salí; y cuando viene, la halla desocupada, barrida y adornada. 45 Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y son peores las postrimerías del tal hombre que las primeras. Así también acontecerá a esta generación mala.

El silbido de la locomotora del expreso septentrional de las cuatro, atrajo a la estación a muy poca de su habitual y desocupada concurrencia. Sólo un pasajero bajó y se dirigió en el solitario trineo hacia el Hotel de Génova.

, señora; era necesario tener una gran confianza en la persona que viviese en aquella celda. Y... ¿no hay otra desocupada? No; no, señora: apenas tenemos convento: será necesario ensancharlo: no cabemos. ¡Bendito sea Dios! ¿Piensa vuecencia traernos alguna novicia ó alguna educanda? No, no por cierto. La condesa, que estaba profundamente preocupada, calló. La tornera calló también por respeto.

Me indicó una butaca desocupada a su lado, y por no parecer grosero, me senté. La belleza «en colosal» y llamativa de la dama había traído hacia aquel sitio a algunos pollastres, que la miraban fijamente.

Pues me cuelo en él aunque me quede tieso. La bañera te haría salir á palos. Eso me conviene para entrar en calor más pronto. ¡Qué sin vergüenza! ¡Noticia fresca! Acabo de decírtelo. Velázquez al volverse y observar la maniobra de Antonio, sintió un movimiento de cólera. Pero se calmó pronto al ver la silla cercana á Soledad desocupada. Por impulso repentino se sentó atrevidamente en ella.

La música cesó. Todos miraban con ansiedad hacia el lado de la explanada donde estaban los de la riña. Siga la juerga ordenó Dupont como un tirano bondadoso. Aquí no ha pasado nada. Sonó otra vez la música, reanudaron la danza las parejas, y el señorito volvió al corro. La silla de Mariquita estaba desocupada. Miró en torno y no vio a la joven en toda la plazoleta.

La hacía con agallas y caparrosa, y la revolvía dentro de la jarra con ese paluco, que es de higar, porque de otra madera no sirve: saca la tinta mal color. Después de desocupada la alacena, me mandó mi tío que sacara la balda tirando hacia . Saqué la balda, que era pesada y de castaño, como todo el interior de la alacena.

Es natural. No... si está ocupada... no la moleste usted.... No faltaba más. Ocupada... ella siempre está ocupada... y desocupada... qué yo. Cosas de ella. Salió. Don Álvaro tomó en las manos el Kempis; era un ejemplar nuevo, pero tenía manoseadas las cien primeras páginas, y llenas de registros. Nunca había leído él aquello. Lo miraba como una caja explosiva.

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