Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de julio de 2025


Respirábase en el comedor un ambiente cargado de discreción, que á nuestro mancebo le producía la misma inquietud y malestar y los mismos desmayos enervantes que si estuviese cargado de electricidad. Y ya se entregaba lánguidamente á pensamientos tristes de muerte, cuando empezaron á dibujarse en su desmayado espíritu los contornos de una idea fortificante y regeneradora: la idea de marcharse.

Levanté los ojos y una fachada blanca con ventanillas enrejadas y una cruz en lo alto, y entonces, al contemplar en aquella paz de claustro católico como un rincón de la patria recuperada, el abrigo y la consolación, de mis párpados cansados rodaron dos lágrimas mudas. Aquella mañana, dos lazaristas que se dirigían a Tien-Hó, me habían encontrado desmayado en el camino.

Mas cosas les por mis oidos, Que un poco de su lengua ya entendia, Gritaban, daban voces, alaridos, Con su grita la tierra estremecia. Cual indio la perneta, cual fingidos Motines y ademanes, cual hacia Que cae en tierra triste y desmayado, Y en un punto veréisle levantado.

El dolor, con el cual llegamos a encariñarnos, del cual nos abrazamos perdida toda esperanza de volver a la dicha, deseosos de vivir para él, sólo para él, pasa y se va, huye y no vuelve, nos deja para que brisas de ventura, de una ventura fugaz y efímera también, venga a refrescar nuestra frente y a reanimar el desmayado corazón.

Dijo esto con la voz dulce y el gesto algo desmayado que lo eran habituales, pero había en sus palabras la firmeza mística del creyente. El coronel asintió. El Museo que entusiasmaba al profesor era obra del príncipe soberano; y él sentía un profundo respeto por «Alberto», como le llamaba familiarmente.

Un partidario de este temple es una alhaja impagable para toda especie de gobierno mientras haya imprenta; y más si añadimos que cree como en su salvación en los partes de los encuentros y escaramuzas que en los papeles públicos suelen venir consignados, y se extasía de placer cuando se encuentra con aquello de que: «de los enemigos murieron tantos centenares de hombres, y nosotros no hemos tenido más que un contuso y algún sargento desmayado», o cosa semejante.

Repuesto un poco de la sorpresa el P. Gil, dijo con firmeza entonces: Señores, esta joven se ha desmayado al tiempo de venir en mi socorro por haberme caído. La he acompañado hasta aquí, a ruego suyo, porque desea entrar en un convento y consagrarse a Dios, a lo cual su padre se opone sin razón ni derecho y para ello la maltrata bárbaramente...

Cualquiera otra se hubiera desmayado ante aquella escena; pero ella no estaba de ese humor. Agitada, furiosa, dijo en voz alta: ¡Dame el revólver, yo le mato! Esta frase tuvo un gran éxito. El coro la acogió con risas y muestras de aprobación. Uno exclamó: ¡Olé por la niña de sangre!

A poco de volver las dos mujeres al lado del desmayado Frasquito, entró el Comadreja, que era un mocetón achulado, de buen porte, con tez y facciones algo gitanescas, sombrero ancho, bien ceñido el talle, y lo primero que dijo fue que pronto sería conducido el interfezto al Hospital.

Algo siniestro, espantoso, flotaba por encima de su resignación, sin que él mismo se atreviese a definirlo. ¡Cuán distintas fueron sus impresiones al salir de aquella casa! Había entrado pocos momentos antes indiferente, frío, con el espíritu desmayado y el paso vacilante.

Palabra del Dia

hilaban

Otros Mirando