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Actualizado: 31 de mayo de 2025
La mamá le dijo con muy buenas palabras que no volviese por aquí, que no pensase más en mi persona; pero ¡que si quieres...! Me asomo al balcón, y ¡cataplum! allí está en la esquina mi hombre, con una cara tan desmayada, que da risa; salgo a paseo, y siempre que vuelvo la cabeza veo tras de mí al moscardón, con un aspecto que no parece sino que cualquier día va a subir al Miguelete para tirarse de cabeza, ¡Pero, hombre, tú que tienes amistad con él y te hace caso, dile que no sea tan pesado!
Mi padre me significó el deseo de que me presentase candidato para diputado á Cortes en las próximas elecciones. He visto en ello un medio muy adecuado para ejercitar mi voluntad desmayada, y le respondí que tendría mucho gusto.
Su grito de pavor fue ahogado por el de su compañero. Más rápido que el pensamiento, el joven, se tiró del caballo y levantó en sus robustos brazos a la linda desmayada. ¡Eva! ¡Mi querida Eva! exclamó transportado por irresistible entusiasmo.
Valeria oyó aquello como reo de muerte que escucha su sentencia; se arrodilló a los pies de la madre, le regó las manos con lágrimas, le besó el hábito, y al fin cayó al suelo desmayada. Hubo que llevarla a la enfermería, donde pasó tres días con fiebre y delirio.
Se inclina sobre el cuerpo de la desmayada, y con la insolente autoridad de un poseedor legítimo, hace ademán de ir a desabrocharle el cuerpo del vestido para que, respirando mejor, cese la congoja. Entonces a don Juan se le sube la sangre a la cabeza. ¡Tocar aquel hombre el pecho de Cristeta! ¡Profanación!
Después de guardarlo con llave en un baúl lleno de cosas viejas, volvió al lado de su marido, que se había quedado absorto, midiendo sin duda con azorado pensamiento la enorme distancia que en su ser había entre los arranques de la voluntad y la ineficacia de su desmayada acción.
Cogió en esto el farol que le entregaba la mujer gris; y como yo, que ya estaba de pie, hiciera ademán de seguirle, echó por delante hacia la puerta y fuime tras él, medio a tientas, en cuanto salimos de la cocina, porque la desmayada luz del farol apenas se veía en las densas oscuridades de afuera.
Sabed que tenéis aquí en vuestra presencia, y abrid los ojos y veréislo, aquel gran caballero de quien tantas cosas tiene profetizadas el sabio Merlín, aquel don Quijote de la Mancha, digo, que de nuevo y con mayores ventajas que en los pasados siglos ha resucitado en los presentes la ya olvidada andante caballería, por cuyo medio y favor podría ser que nosotros fuésemos desencantados; que las grandes hazañas para los grandes hombres están guardadas''. ''Y cuando así no sea -respondió el lastimado Durandarte con voz desmayada y baja-, cuando así no sea, ¡oh primo!, digo, paciencia y barajar''. Y, volviéndose de lado, tornó a su acostumbrado silencio, sin hablar más palabra.
D. Prisco se dejó caer de rodillas á su lado, para recoger su último aliento y enviarlo á Dios con el perdón de sus pecados. El capitán, teniendo á su hija desmayada entre los brazos, lloraba como un niño. En aquel momento, el noble hidalgo D. César de las Matas de Arbín se irguió arrogante en medio del campo.
Y, haciendo fuerza para soltar la mano de la daga, que Lotario la tenía asida, la sacó, y, guiando su punta por parte que pudiese herir no profundamente, se la entró y escondió por más arriba de la islilla del lado izquierdo, junto al hombro, y luego se dejó caer en el suelo, como desmayada.
Palabra del Dia
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