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Actualizado: 15 de julio de 2025


Cuando decía a usted el otro día durante nuestra navegación que desearía tomar mujer por elección de usted, declinó usted esa responsabilidad, pero al mismo tiempo creí comprender que un nombre estaba a punto de caer de sus labios... ¡Es posible! ¡Dígamelo! ¡Nunca! ¿Ni aun cuando yo rogara que tuviese usted a bien ofrecer mi mano a su amiga Beatriz? ¿De veras? murmuró la vizcondesa.

Desearia sorprender á los actores representando su papelDesde entónces la cuestion cambia de aspecto; lo que ántes era improbable, ha pasado á ser creible; el hecho será verdadero, solo falta aclarar su naturaleza. Exámen y aplicaciones de la segunda condicion.

Al hacer su ofrecimiento á Sebastiana en el corral de la casa, había obedecido á los impulsos de una caballerosidad á su manera. Deseaba aparecer ante la marquesa como un individuo distinto á los demás habitantes del pueblo y había ofrecido su protección sin esperanza de que ella la aceptase... Y unas horas después le buscaba. ¿Qué desearía pedirle?...

, señor, muchas veces; pero como se trataba de una enfermedad crónica, me iba arreglando con los antiguos remedios: el bicarbonato, la magnesia, la cuasia... Bien; deme usted la mano. El doctor Ibarra estuvo largo rato examinando el pulso del joven. Después, observó con atención sus ojos, bajando para ello el párpado. Quedose algunos momentos pensativo. Desearía reconocerle el pecho.

Esto me sucede también en mis horas de recogimiento místico; en mis meditaciones siento como un fuego dentro del corazón, cuya llama no puede salir del pecho; verdaderamente, Dios no necesita de mis palabras para comprender mis intenciones, pero yo desearía que el fuego que pugna por salir del pecho convertido en palabras, se deslizara poco a poco por mi boca en cantos de alabanzas, en acciones de gracias, en himnos y oraciones; y que después pudieran escribirse, para que por siempre fuera su gloria ensalzada como yo lo deseo en los misteriosos secretos de mi corazón.

Una mujer de media edad, gruesa, de fisonomía simpática, vestida de negro y ataviada la cabeza con el característico pañuelo de seda, escribía en un libro viejo de comercio sobre el mostrador. ¿Don Ricardo Vázquez? La mujer alzó la frente y clavó en Elena una larga mirada escrutadora. Aquí vive, si señora respondió con esa gravedad peculiar de la raza vasca. Desearía verle.

¿Y qué fue lo que os dijo? agregó Silas bajando siempre la voz, como si temiera decir la menor palabra que no fuera para el bien de Eppie. Me dijo que desearía casarse, porque va a cumplir veinticinco años y tiene mucho trabajo en los jardines desde que el señor Mott se ha retirado.

Repetidas veces he dicho: aurum latere in stercore illo scolastico barbarico; y desearia que se pudiese encontrar algun hombre hábil, versado en esta filosofía irlandesa y española, que tuviese inclinacion y capacidad para sacar lo que en ella hay de bueno. Estoy seguro que su trabajo seria recompensado con muchas verdades bellas é importantes.

La forastera se levantó en silencio y se dejó caer en una silla, alzó el velito del sombrero que le tapaba los ojos y se los enjugó con el pañuelo. El P. Gil, en pie frente a ella, aguardaba a que se explicase. Y como no daba señales de hacerlo, antes se tapaba el rostro cada vez más, aventurose a decir: Señora, desearía saber en qué puedo servirla... Todavía tardó unos instantes en responder.

Desearía que me trajera un coche. Piense que lo mejor que puedo hacer es irme directamente a mi casa, que está en la calle Great Russell. Es un viaje muy largo. ¿No sería más conveniente que fuera primero al Hospital West London? indicó el vigilante. No repliqué decidido. Quiero irme a casa y llamar a mi médico.

Palabra del Dia

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