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Actualizado: 8 de julio de 2025


Por fin se fue acostumbrando a que Granate la festejase y hasta encontró cierta satisfacción de amor propio en recibir sus agasajos y en darle toda clase de desprecios. Pero él no cejaba. Con la tenacidad del abejorro que se empeña en salir por un cristal y se estrella cien veces contra el obstáculo, las calabazas, los desdenes y hasta las burlas no le hacían retroceder más que momentáneamente.

Yo, que de tantos me río, ¡Ruego, pretendo, provoco! 710 Pensamiento, poco á poco, No diga el honor que pierdo Que sois con desdenes cuerdo, Ya que quisistes ser loco.

Aquel resentimiento que se inició en su alma iba trocándose poco a poco en lástima, porque Manolita le repitió hasta la saciedad que Jacinta sufría desdenes y horribles desaires de su marido. Llegó a sentar como principio general que todos los maridos quieren más a sus mujeres eventuales que a las fijas, aunque hay excepciones.

La gitanería femenina le adoraba como un ídolo, pensando en sus conquistas de señoritas; y éstas mirábanle como un ser extraordinario, como un Don Juan irresistible, recordando ciertas historias de cantadoras flamencas que, por sus desdenes, se habían tragado cajas de fósforos, y de hermosas carniceras que abandonaban al marido para seguir a un mozo tan adorable.

Lo primero que me importa es dejar ver que no me afligen los desdenes de Clarita. Si ella no me quiere, otra que vale tanto como ella, más que ella, estoy seguro de que me querrá. Voy á volver á pretender á Nicolasa. No es rica, pero es mejor moza que Clarita.

No había tomado medidas sobre aquella casa, ni reconocido sus linderos Cervantes, que esta es cosa de ladrones o de alguaciles, o tal vez de amantes desdeñados que de malas trazas se amparan para el mal logro de sus deshonestos deseos, y hacen y obran como si ladrones o alguaciles fuesen; pero fuese que nuestro Miguel, por enamorado, por un secreto instinto y por algunas señales, no dudosas, de favor que doña Guiomar le había dejado ver las pocas veces que por un momento se habían visto, y además, por la buena fortuna que con las mujeres hasta entonces había alcanzado, no hubiese temido desdenes, y en reconocimientos de lugares flacos por donde entrar, como por asalto y sorpresa, en la casa de la señora de su alma, ni aun había pensado.

Pero como esto le costaba un esfuerzo, y como, por otra parte, pudo cerciorarse en seguida de que los desdenes, el mal humor v hasta los insultos, lejos de enfriar la pasión del duque la encendían más, dió rienda suelta a su genio. Apareció la criatura salida del cieno, con su grosería, sus inclinaciones plebeyas, su carácter agresivo y desvergonzado.

PROCLO y EUMORFO a quien Marino acompaña, yéndose luego. EUMORFO. Abismo del saber, lucero de la filosofía, archivo de todas las noticias divinas y humanas... PROCLO. Amable mancebo, déjate de lisonjas y di lo que pretendes. EUMORFO. Pretendo que me ilustres un poco. EUMORFO. No me desdeñes así. Confieso que no tengo por las ciencias la vocación más decidida.

Dicen que es la flor y nata de los elegantes de Madrid, y además un bizarro militar y un hombre de gran porvenir y de extraordinario talento. ¿Serás tan fiera que también le desdeñes?

Detuve el movimiento a la Giralda, pesé los Toros de Guisando, despeñéme en la sima y saqué a luz lo escondido de su abismo, y mis esperanzas, muertas que muertas, y sus mandamientos y desdenes, vivos que vivos.

Palabra del Dia

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