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Actualizado: 8 de junio de 2025


¿Que derramo sal?... Prueba esta agua y verás cómo no está salada repuso la traviesa niña tomando un poco del río con el hueco de la mano. Joyana quiso probarla, en efecto, pero antes que lo efectuase Flora se la arrojó á la cara. Con esto el minero se alegró mucho más y sonreía haciendo muecas de mono. Oye, Plutón: ¿no es verdad que apetece comerse esta manzanita colorada sin mondarla siquiera?

Sólo un pensamiento logró enternecerle dulcemente: «Mi madre murió tísica; allá voy a juntarme con ella.» Y derramó algunas lágrimas que le refrescaron el alma.

Lavalle, tu cabeza De penas fué calvario, Y vaso lacrimario Tu grande corazon: Y los cautivos pueblos Vertieron en tu seno El llanto de amor lleno Que el pueblo derramó. Luchando cuerpo á cuerpo Caiste en noble guerra, Sobre la misma tierra, Que tu sudor regó. Y el corazon del mártir Que atesoraba el llanto Un génio sacrosanto Del cuerpo arrebató.

2 Y el primero fue, y derramó su copa en la tierra; y fue hecha una plaga mala y dañosa sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y sobre los que adoraban su imagen. 3 Y el segundo ángel derramó su copa en el mar, y fue vuelto en sangre, como de un muerto; y toda alma viviente fue muerta en el mar.

No hay en desnudez que ella no compense con sus brillantes galas, no derramo una lágrima que ella no recoja con amor para fecundar mi vega, no exhalo un acento de dolor á que ella no conteste con la dulce voz de las brisas, el murmullo de las aguas y los melodiosos trinos del ave que canta en la enramada. ¡Gracias mil te sean dadas, naturaleza bienhechora! , eres mi reina y mi consuelo.

¡Guardia civil Tanò! ¡Susmariosep! exclamaban unos y otros juntando las manos; ¡Tanò tan bueno y tan honrado! ¡Requimiternam! El abuelo estuvo muchos días sin dirigir la palabra al padre, Julî cayó enferma, pero Cabesang Tales no derramó una sola lágrima; durante dos días no salió de casa como si temiese las miradas de reproche de todo el barrio; temía que le llamasen verdugo de su hijo.

Nada perdonó para que saliese su obra llena de magestad y de grandeza: derramó sobre ella á raudales mármoles, alabastro, cristal, oro; recogió con avidez de entre las ruinas del antiguo imperio las columnas que adornaron algun dia los templos de los ídolos; aprovechó todos los elementos que le ofrecia lo pasado; convocó á los artistas árabes, á los europeos, á los bizantinos; y logró que contribuyeran á la construccion de tan gran monumento las religiones vencidas, las que sostenian aun la lucha con la del Profeta, los imponentes restos de la antigüedad, la ciencia de su época.

De este matrimonio nació una hija, que pasó á España, donde se enlazó con un caballero, llamado D. Juan Henriquez de Borga, y á quien el Rey concedió el título de Marquesa de Oropesa. Preocupado con sus ideas de venganza, sintió la necesidad de adquirir renombre, y derramó sus caudales para hacerse de clientes.

La carne, tan flaca y reseca, se le agrietó, y, por las hendeduras, se derramó en clamorosos raudales lo más secreto del alma, lo que rara vez se escapa del misterio de la conciencia: el tuétano del espíritu, que tiene miedo a la luz y a las palabras.

O ya fuese por esto, o porque la suerte así lo ordenase, en un paso estrecho, al bajar de la cuesta, encontró con un asno de un aguador, que subía cargado; y como él descendía, y su asno era gallardo, bien dispuesto y poco trabajado, tal encuentro dió al cansado y flaco que subía, que dió con él en el suelo, y por haberse quebrado los cántaros, se derramó también el agua, por cuya desgracia el aguador antiguo, despechado y lleno de cólera, arremetió al aguador moderno, que aún se estaba caballero, y antes que se desenvolviese y apease le había pegado y asentado una docena de palos tales, que no le supieron bien al Asturiano.

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