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Actualizado: 12 de junio de 2025
Cambiaba de vestido en un departamento de primera, ante las miradas de los pasajeros, satisfechos de ir con una celebridad, y pasaba la noche encogido sobre los almohadones, mientras los compañeros de viaje apelotonábanse para dejarle el mayor espacio posible. Todos le respetaban, pensando que al día siguiente iba a proporcionarles el placer de una emoción trágica sin peligro para ellos.
Viajeros latinos, no descendáis jamás en Nueva York en un hotel de los llamados de plan americano, esto es, en los que es obligatorio pagar la comida junto con el departamento. Se está bien, los cuartos son cómodos, limpios; el agua sale, en todos los tonos de la temperatura, de un sinnúmero de bitoques; hay profusión de campanillas eléctricas... pero la mesa es deplorable.
Aquella noche, en el Club Inglés, jugando a la baraja con otras personas importantes, su excelencia dijo entre dos bazas: Tengo en mi departamento un empleado a quien le gustan las negras. Pásmense ustedes. ¡Un simple escribiente!
Su mujer y una hija están en el departamento de Lion, su hija es la directora de correos en una cabeza de partido, y viene á Paris con el fin de buscar empleo á otro hijo que tiene, á su Hipólito, antes de morirse, hora que cree cercana.
Aquella tarde, noche ya, se coló Frasquito en el departamento interior con buena suerte, pues no había dentro más que tres personas, y una de las mesas estaba vacía. Sentose en el rincón, junto a la puerta, sitio muy recogido, en el cual no era fácil que le vieran desde el público, es decir, desde la taberna, y... Otro problema: ¿qué pediría?
Iba yo en un departamento de primera; en Albacete bajó el único viajero que me acompañaba, y al verme solo, como había dormido mal la noche anterior, me estremecí voluptuosamente, contemplando los almohadones grises. ¡Todos para mí! ¡Podía extenderme con libertad! ¡Flojo sueño iba a echar hasta Alcázar de San Juan! Corrí el velo verde de la lámpara, y el departamento quedó en deliciosa penumbra.
¿No soy feliz así? pensaba. ¡Casarme, para llevar una existencia agradable, exenta de preocupaciones pecuniarias, pase! Pero ir a encerrarme en un pequeño departamento, ser mal servido por un personal reducido ¿cómo resignarme, a menos de estar loco? Y, como Huberto era razonable, se absorbió en meditaciones para encontrar el medio de esquivarse.
A Pisa fué, con el objeto de convalecer de una enfermedad, cierto estudiante del partido de Rodhese, departamento de Lyon; el tal estudiante vió á Luisa, se enamoró de ella, hubo de decírselo, y á ella hubo de parecerla bien: si no bien, no debió parecerla mal, por lo que luego verán mis lectores.
Juana, que habita un departamento amueblado, lo ha despedido la semana pasada. Sus baúles están hechos desde ayer y va á dejarlos en depósito en la estación del Norte. Ella se va á Boulogne y el saldrá por otra línea é ira á reunirse con ella. ¿Es claro todo ésto? Hablaba con tal calma, que no traté ya de discutir ni dudé más.
Recordó que Marta había expresado la intención de ir a hablar temprano con la condesa; se disponía, pues, a subir la escalera que conducía al departamento de la señora de Bruinsteen, cuando la camarera le detuvo, diciéndole que acababa de ver a su señora, sumida en el más profundo sueño. Mathys recorrió todo el edificio hasta las buhardillas.
Palabra del Dia
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