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Actualizado: 21 de octubre de 2025
El Juez, lleva para estos actos una caja que contiene las listas del estado del barrio en la última visita, el tadhana ó bando que le autoriza, unas disciplinas y una palmeta, castigando con esta á las que se han hecho acreedoras é imponiendo correctivo á los delincuentes con las primeras.
Este destrozo de los enemigos trajo las mas favorables consecuencias, y hubieran sido mayores si se hubiese adelantado la accion: pues asustada la provincia de Chayanta, depuso toda inquietud, y para comprobar su arrepentimiento, entregó á los principales autores, que fueron Damaso y Nicolas Catari, Santos Hachu, Simon Castillo y otros varios, que todos murieron en tres palos: que así burla la Divina Providencia las esperanzas de los delincuentes, disponiendo caigan á manos de la justicia, cuando se creen mas exentos de su rigor.
Muchas habrán muerto; otras gemirán aún despreciadas y miserables en el hospital o en la reclusión de las delincuentes o de las arrepentidas, y otras se revolcarán en el lodo de las más hondas y negras capas sociales. ¡Cuántas gracias no me incumbe dar al cielo por la excepcional elevación en que estoy! Nada de protesta por parte mía ni de acusación contra él.
Es un edificio grandioso, cercado de muchas torres, que ahora muchas de ellas sirven de cárceles para los delincuentes.
El comisario se reclinó en un brazo del sillón, y poniendo los ojos en alto empezó á juguetear con el cortapapeles. Estaba acostumbrado á los delincuentes verbosos que no acaban de hablar nunca. ¡Paciencia!... En 1870, cuando la otra guerra continuó la vieja , tenía yo veintidós años. Mi marido fué guardia nacional durante el sitio de París y yo cantinera de su batallón.
Atrevida es la tal suposición dijo Fray Juan de Santarén pero ni en Coimbra ni en Salamanca faltan doctores que la tienen por probable y aun por casi demostrada, respondiendo a los que tratan de invalidarla por mal entendidas sentencias de las Sagradas Escrituras, con aquellas célebres frases de Francisco de Villalobos, médico de la Reina Católica: los que acuden a la religión en asuntos de ciencias naturales son como los delincuentes que buscan en la iglesia un asilo.
Porque así somos, hijo mío, y por nuestra culpa..., porque nuestras son las leyes que nos amarran a los escrúpulos de los demás. Cierto que las hacemos y las promulgamos con el piadoso fin de molestar al prójimo; pero hechas quedan y a las barbas nos saltan en cuanto los delincuentes somos nosotros. Y nada más justo.
El señor José llevábase una mano a los ojos, fregoteándolos para que las lágrimas retrocediesen. ¡Un hijo suyo en la cárcel!... Le parecía que todo su pasado de áspera integridad y honradez feroz se derrumbaba de un golpe. ¡Quién le hubiera dicho, cuando con el fusil al hombro conducía delincuentes esposados por las carreteras, que él, el soldado de la ley, el guardián del orden, procrearía carne de presidio, aumentando con un individuo más el ejército sombrío y desesperado que vivía en guerra continua con la sociedad!
Entristecióse mucho Sancho deste suceso, porque se le representó que los que iban huyendo habían de dar noticia del caso a la Santa Hermandad, la cual, a campana herida, saldría a buscar los delincuentes, y así se lo dijo a su amo, y le rogó que luego de allí se partiesen y se emboscasen en la sierra, que estaba cerca.
Pues unas veces, porque «esa es la Ley», que parece hecha de intento para amparar delincuentes; y otras muchas, porque hacia ese lado la empujan... aquellas nubes negras que también vio usted anoche en su pesadilla. No lo creo, y usted perdone. ¡Dichoso usted! Pero ¿qué razón hay, puestos a creer en esas nubes, para que no favorezcan a nuestro amigo y sea condenado el otro?
Palabra del Dia
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