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Actualizado: 18 de noviembre de 2025
En el vértice del pezón estaba el antiguo lugar de delicias; y el Orinoco, que endulzaba el mar, asombrando a los navegantes con su sábana inmensa, era uno de los cuatro ríos que descendían del Paraíso. Fernando y su amigo, que hablaban de estas fantasías del Almirante paseando por la cubierta, se detuvieron ante las ventanas del gran salón.
Entonces, mi querida Gracia continuó su primo , me parece que ya es tiempo de que salgas de tu encierro. Tu ausencia es un eclipse de sol visible, que trae consternada a la ciudad. Tus tertulianos lanzan unánimes suspiros, que van a dejar sin hojas los árboles de las Delicias. El barón de Maude añade a su colección de preguntas, las que le arranca tu invisibilidad.
Para pensar alguna vez juntos en Dios, creer, buscarlo y llorarlo... ¡Ya veis, señora, que todo esto es puramente locura! La actitud de Juana, mientras escuchaba al señor de Lerne, era encantadora; un poco inclinada hacia adelante, mirábale con sus grandes ojos admirados, cual si viese surgir ante ella una fuente de delicias, y sus labios se entreabrían como para beber en ella.
Encontró sin sabor las ostras, la sopa marineresca, la langosta, todo lo que hacía sus delicias otras veces al comer solo ó con una amiga de paso en este mismo sitio. Miraba á Freya con ojos enigmáticos, mientras en su pensamiento empezaba á bullir la cólera. Sentía odio al recordar la arrogancia con que ella le había tratado huyendo del cuarto. «¡Farsante!...» Se estaba divirtiendo con él.
La verdad era que las entrañas se le abrían; que el sentimiento de ternura ideal, puro, suave, pacífico que le inundaba, se convertía casi en sensación, que le bajaba camino del estómago, por medio del cuerpo. «¡Esto debe de ser pensaba , en eso que llaman el gran simpático! ¡Y tan simpático! Dios mío, ¡qué delicias; pero qué extrañas!
Pero esto es justamente lo que le gusta; penetrar por unos momentos en una especie de más allá, o mundo de ilusión y recuerdo, a solazarse con sus curiosos pobladores y en la certidumbre de que allí también se comen pasteles, y que él, aunque dentro de aquel simulacro de ultratumba, puede salir cuando se le antoje y volver a las delicias de la vida fisiológica y agitada.
Al fin arranquéme de aquel sueño de delicias, y la curiosidad me llevó fuera del recinto donde me ocultaba, para rondar las ventanas y torres de Generalif, imaginando hallarme con otras señales más significativas de mi dicha.
El movimiento de sus músculos se repetía a intervalos tan iguales, que sus pausas parecían ser una molestia casi tan grande como la detención de la respiración. Pero por la noche venían sus delicias; por la noche cerraba los postigos, trancaba las puertas y sacaba su oro.
No hubo sensación triste que no experimentara: lo único que no sintió fue arrepentimiento de haberle concedido su cariño, porque la gratitud a las delicias gozadas pudo más que el rencor a la ofensa recibida. En cuanto a reconquistar la posesión de Pepe, lo supuso imposible: llegó a creer que aquella disparidad de fortuna, tantas veces temida, era la causa verdadera del mal.
Tenía veintisiete años, la juventud huía; veintisiete años de mujer eran la puerta de la vejez a que ya estaba llamando... y no había gozado una sola vez esas delicias del amor de que hablan todos, que son el asunto de comedias, novelas y hasta de la historia. El amor es lo único que vale la pena de vivir, había ella oído y leído muchas veces. Pero ¿qué amor? ¿dónde estaba ese amor?
Palabra del Dia
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