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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Por fin entró Ayestarain, y Luis María salió, dejándome sobre la mesa el paquete de cigarrillos, pues se me habían concluído. Mi ex condiscípulo me contó entonces lo que en resumen es esto: Cuatro o cinco noches antes, al concluir un recibo en su propia casa, María Elvira se había sentido mal cuestión de un baño demasiado frío esa tarde, según opinión de la madre.

A pesar de lo expuesto, como doctrina general, contra la cual he pecado yo también, dejándome llevar de la corriente al escribir algunas novelas, me complazco en declarar aquí que me han entrado ganas de retractarme y de abjurar de la doctrina general mencionada al leer La Goletera, de D. Arturo Reyes.

Pasé a su lado como una exhalación, y encontré a mi hermana tendida en el suelo, sin conocimiento, con la cabeza sobre las rodillas de mamá. ¿Qué le han hecho ustedes a Marta? grité dejándome caer de rodillas junto a ésta. Nadie me contestó. Mamá, desatinada, se retorcía las manos, y papá se mordía el bigote, sin duda para retener las lágrimas.

; la hija de aquella Margarita que yo robé de su casa; la hija que me quitó un hombre una noche cuando iba á dejarla en la puerta de un convento, dejándome tres puñaladas, de las cuales estuve á la muerte; la hija de quien no volví á saber, hasta que la conocí siendo á la vez querida secreta de don Rodrigo Calderón y pública del duque de Lerma. En una palabra: la comedianta Dorotea.

Digo, pues, que dijo su padre a Zoraida: ''Hija, retírate a la casa y enciérrate, en tanto que yo voy a hablar a estos canes; y , cristiano, busca tus yerbas, y vete en buen hora, y llévete Alá con bien a tu tierra''. Yo me incliné, y él se fue a buscar los turcos, dejándome solo con Zoraida, que comenzó a dar muestras de irse donde su padre la había mandado.

Quise hablar, para dar mayor seguridad de que no era nada lo que había pasado, que la muñeca conservaba íntegros sus miembros, y yo lo mismo, y que celebraba la ocasión de conocer una niña tan hermosa y simpática, etc., etc. Nada de esto fué posible. La chica murmuró confusamente «muchas gracias», y se apresuró á cerrar la puerta, dejándome con el discurso en el cuerpo.

A las once llegábamos á Valladolid, y el buen cura y su sobrina se despidieron con la mayor amabilidad, dejándome un grato recuerdo de las ventajas de viajar en diligencia con los curas que tienen sobrinas.

Tres días tuve que estar en constante espionaje; el primero, oculto detrás de mis cortinas, porque temía asustarla dejándome ver súbitamente; al otro día ya la contemplé pegado a los cristales, pero aun no me atreví a abrir mi ventana; al tercero ya la abrí, y observé gozoso que no la espantaba mi osadía. Aquella misma tarde la vi echarse sobre los hombros un chal, y abrocharse las botas.

Te prometí que dejándome libre la voluntad para... esas cosas, jamás me empeñaría en imponértela a ti, aunque me fuera en ello la vida. Pues hoy te repito la promesa, y sin esfuerzo, papá, créemelo. Yo empiezo a vivir ahora, y me encanta esta libertad que gozo a tu lado y entre pocos y buenos amigos. ¡Cómo han de caber en otros planes tan contrarios, ni siquiera tentaciones de hacerlos?

Palabra del Dia

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