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Actualizado: 11 de junio de 2025
Al moro de África se le ve, por su casa de piedra bordada, que conoció a los hebreos, y vivió en bosques de palmeras, defendiéndose de sus enemigos desde la torre, viendo en el jardín a la gacela entre las rosas, y en la arena de la orilla los caprichos de espuma de la mar. El negro del Sudán, con su casa blanca de techo rodeado de campanillas, parece moro.
Al ver aquellas formidables barreras de granito se comprende la tenaz y secular resistencia de las dos razas que lucharon durante ocho siglos, apoyándose y defendiéndose una y otra con el poder de la naturaleza y disputando el terreno palmo á palmo, en las gargantas estrechas de las serranías.
Falta que sea verdad lo que cuentas dijo la víctima defendiéndose. Tú podrás creerlo o no creerlo, como un enfermo puede tomar o no la medicina que el médico le da. Porque esto es la medicina de tu conciencia. ¿Quieres otra? ¿Quieres el nombre de la que te ha robado lo que tú robaste? Pues te lo voy a decir.
Y como los turcos hobieron asegurado un poco á los del fuerte, mostrándoles buen rostro y el semblante alegre, de allí á dos horas, al poner el sol, estando todos bien descuidados desto, arremetieron por todas partes y sin mucha resistencia entraron dentro y encomenzaron á matar á cuantos hallaron en aquella primera furia, y así murieron muchos, especialmente aquéllos que estaban enfermos y heridos, y la mayor parte de aquéllos se hallaron en el caballero del señor Andrea Gonzaga, porque no se querían rendir sino peleando, se defendían cuanto podían, y así los que escaparon con la vida, fueron tomados con sus armas defendiéndose, y éstos fueron los que estaban bien armados, y así acabaron todos muy honrosamente, como valientes y esforzados capitanes y soldados.
Conocía todos los secretos del fondo del agua; nos decía el nombre de hierbas y peces; podía distinguir en la arena ó el cieno movimientos imperceptibles á nuestras miradas y revelarnos dramas íntimos sólo por él visibles. Sus compañeros le creíamos anfibio, no defendiéndose apenas de nuestras acusaciones.
A miles parece que andaban los mamuts, como en pueblos, cuando los hielos se despeñaron sobre la tierra salvaje, hace miles de años; y como en pueblos andan ahora, defendiéndose de los tigres y de los cazadores por los bosques de Asia y de África; pero ya no son velludos, como los de Siberia, sino que apenas tienen pelos por los rincones de su piel blanda y arrugada, que da miedo de veras, por la mucha fealdad, cuando lo cierto es que con el elefante sucede como con las gentes del mundo, que porque tienen hermosura de cara y de cuerpo las cree uno de alma hermosa, sin ver que eso es como los jarrones finos, que no tienen nada dentro, y una vez pueden tener olores preciosos, y otras peste, y otras polvo.
Entre los primeros, el Espada es el primer galan, el segundo espada su protagonista; el toro es el gran barba terrible; los picadores son los auxiliares de la trama, y los capeadores y ayudantes de toda clase constituyen la lucida falange de comparsas. Francamente, el toro, defendiéndose de cien enemigos, me pareció el personaje mas bello, mas digno de admiracion y de interes.
¡Atrás canalla! gritaba defendiéndose el estafermo . Si le maté a él, haré lo mismo con vosotros, gentuza vengativa y desvergonzada. Y apaleado, pinchado, empujado, arrastrado, fue conducido hacia la puerta como en grotesco triunfo, hasta que condolidos de tanta crueldad, le cargaron a cuestas, llevándole procesionalmente a la ciudad.
Salieron con sus familias, lo mas precioso que pudieron cargar; con las armas en las manos marcharon, defendiéndose de sus enemigos, y sin mayor daño llegaron á la península, la que procuraron reforzarla, y despues de algunos dias de descanso, hicieron una salida, vengaron en los enemigos su agravio, pues dejaron el campo cubierto de cadáveres, volviendo á la isla no solo con porcion de ganado, sino con cuanto los indios poseian, y continuaron fortaleciéndola.
Y a pesar de que el joven la tenía fuertemente sujeta entre sus brazos, ella manoteaba, defendiéndose para no caer en el negro abismo que veía su trastornada imaginación. Luego dio un alarido y rompió a llorar con desesperados gritos: ¡Mi padre... mi pobre padre! Míralo: está en la puerta... entra... nos mira; lleva una mortaja... blanca, blanca como la nieve.
Palabra del Dia
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