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No llegamos a Río Janeiro hasta pasado mañana dijo Isidro, siempre bien enterado de la marcha del viaje . Pero la despedida ha sido hoy, para que la gente que se queda en el Brasil pueda dedicar el día de mañana al arreglo y cierre de equipajes. Esta noche es la última de gran ceremonia, y las señoras van a guardar sus vestidos y joyas.

Y estas influencias les alentaban para dedicar sus clamores al Sr.

Después de dedicar á esta operación una media hora, descansó algunos ratos, estirándose en el sofá de la sala. Por la mañana, entre nueve y diez, fue á la cobranza dominguera. Con el no comer y el mal dormir y la acerbísima pena que le destrozaba el alma, estaba el hombre mismamente del color de una aceituna.

Este cargo era muy importante, y demuestra que Alarcón pertenecía á las clases más elevadas de la sociedad. El estilo familiar, que emplea en la dedicatoria de su libro al duque de Medina de las Torres, se diferencia mucho del humilde y algo rastrero, usado generalmente por los escritores de aquella época al dedicar sus obras á los grandes y á los que desempeñaban los puestos públicos supremos.

Pero, según entiendo, habéis salido bien de vuestros negocios y la vida de nuestro amigo no corre peligro. Debéis, pues, venir, dedicar algún tiempo á la que os ama tanto, señor, que no es dichosa sin veros. Vuestra DoroteaPlegó y cerró esta carta la joven y la dió á Montiño.

En tan desengañada situación y urgiéndome pagar la deuda de la lindísima fantasía que tuvo V. la bondad de dedicarme, me decido a dedicar a V. esta colección de CUENTOS Y DIÁLOGOS, que, si bien publicados antes aisladamente, salen hoy por vez primera reunidos en un tomo.

También en Italia añadió donna Olimpia anda desde hace años muy válida la opinión de que no es la tierra, sino el sol quien está en el centro; y ya, en mi primera mocedad, conocí yo y traté en Roma a cierto doctor polaco, cuyo nombre era Nicolás Copérnico, que enseñaba dicho sistema y andaba muy afanado componiendo un libro, que pensaba dedicar al Papa, sobre las revoluciones de los orbes celestes.

Pero, en verdad, la infalibilidad de la justicia es un dogma tan difícil de admitir como la infalibilidad del Papa. Nadie en el mundo es infalible y, por mi nombre, que me voy á dedicar con usted á probarlo. Si hay dificultades materiales las venceremos; tengo dinero para ello. Las dificultades morales las dominaremos con su inteligencia de usted.

Los señores canónigos no la quieren, no la entienden, ni son capaces de dedicar unas cuantas pesetas para que se oiga en las grandes fiestas. Les basta para salir del paso con cualquier pedazo rossiniano; y en cuanto al órgano, lo único que les importa es que toque lento, muy lento. Cuanta más lentitud, más religiosidad, aunque el organista toque una habanera.

¡Hum!... ¡Pegarme! rezongaba yo, aún bajo la hojarasca. Levantándome entonces con cautela, sentéme en cuclillas en mi cubil y recogí la famosa pipa bien guardada entre el follaje. Aquel era el momento de dedicar toda mi seriedad a agotar la pipa.