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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Habíase despertado en él la fiebre de la explotación. Revivía la «sangre comercial» de su padre, el instinto acaparador de su tío don Juan; y contagiado por la atmósfera de jugadas victoriosas y millonadas de papel que respiraba continuamente en la tienda al lado de su principal, había acabado por decidirse, despreciando los bienes positivos y materiales para lanzarse en la fiebre de la Bolsa.
Este distinguido funcionario puso sus condiciones, y aunque excesivas, no asustaron a madama Norton, que sabía se trataba de un hombre de verdadero mérito; mas él, antes de decidirse, pidió permiso para telegrafiar a New-York pidiendo informes, y como la respuesta fuera favorable, aceptó.
No se sabe si por orgullo o porque realmente su temperamento ardiente y borrascoso le solicitase a ello, mostrose desdeñosa con los jóvenes ricos que galantemente la requebraban sin decidirse a pedir su mano, y entregó el corazón a un muchacho humilde, a un escribientillo del gobierno político con cuatro mil reales de sueldo, hijo de un maestro de escuela.
Dio dos o tres bufidos de cansancio sin soltar la cesta , y rompió a hablar en un castellano fantástico, ya que en casa de doña Manuela no era permitido otro lenguaje. ¡Cómo se cansaba una en Valencia...! Parecía imposible que las gentes quisieran vivir en semejante pudridero. Allá, en la huerta, se estaba bien, y por esto a ella le costaba mucho decidirse a entrar en Valencia.
De un lado la ciencia, los intereses de la humanidad, la gloria inmarcesible de la más grande conquista que haya llevado a cabo el entendimiento humano: de otro lado, la ternura instintiva de todo animal a su progenie, los respetos tradicionales, las convenciones sociales. ¡Oh, si pudiera arrancarse de una vez toda ridícula preocupación y, contemplando serenamente el pro y el contra de cada asunto, decidirse por lo más útil!
Bien mirado, el resultado era el mismo, porque la pena de Amaury no podía perdonar; la herida era mortal y la muerte inevitable. Por lo tanto, únicamente los medios y el tiempo podían constituir materia de discusión en aquel caso. Amaury solía decidirse muy pronto y nunca dilataba la resolución de los asuntos que dependían de su voluntad directamente.
No les cuesta, pues, gran trabajo, decidirse a dejar este mundo cuando se les ofrece mil piastras y tres días para comérselas. Mi marido aceptó a los substitutos, asistió al suplicio e hizo las paces con el ingenioso Gu-Ly, llegando en su clemencia hasta invitarle a comer al día siguiente con los magistrados que se habían hecho sustituir.
Una semana ha necesitado Simón..., mejor dicho, he necesitado yo, para que él me ponga al corriente de todas esas cosas en que estoy obligada a entender desde que falta tu padre. ¡Qué despilfarros, hija mía, y qué barullos!... Lo que Simón dice: «aquí no se ha tratado más que de pedirle dinero; grandes sumas, cada vez más grandes, sin pararse a considerar que no siempre lo hay disponible, y que cuando no lo hay así, el adquirido de prisa cuesta muy caro; y de este modo se van eslabonando unas trampas con otras... hasta que se llega al punto a que se ha llegado en esta casa». No vayas a creerte, hija mía, por esto que te digo, que estemos a pique de salir a pedir el pan que hemos de comer mañana; pero lo cierto es que el estado de nuestra fortuna es, relativamente, muy grave; que llegará a serlo mucho más si no se le pone luego el remedio que necesita, y que hay que decidirse a ponérsele, sin la menor tardanza.
El saber, los talentos, la honradez, la amabilidad, la generosidad y otras cualidades que le atribuían al héroe los escritores de su devocion, quedan en verdad algo ajadas con los cumplimientos de sus enemigos; pero al fin, ¿qué sacais en limpio de esta baraunda? ¿Qué pensará el extranjero que ha de decidirse por uno de los extremos, ó adoptar un justo medio á manera de árbitro arbitrador?
Cuando volvió al cuarto de su mujer, vio en la sala al tío, a Körner, a Marta, a las de Ferraz, a la de Silva, a Minghetti y a Sebastián. ¿Está mejor, está sola? Sebastián respondió casi de limosna: No: está con ella D. Basilio. Antes de decidirse a entrar en el gabinete, Bonis consultó con la mirada al concurso.
Palabra del Dia
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