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Actualizado: 9 de junio de 2025


Quebrantado, cercado, cuando se vio irremisiblemente perdido, Lope, sacando su daga, la hundió hasta el puño en el corazón de su hija, que era todavía una niña. No quiero dijo que se convierta en una mala mujer, ni que puedan llamarla, jamás, la hija del Traidor. Después mandó a uno de sus soldados fieles que le disparara un tiro de arcabuz. El soldado obedeció.

Daga trae en la pretina. 1855 DO

Que transcurrida bien una hora, se abrió otra vez el postigo y salió un hombre, en quien el declarante conoció, á pesar de lo obscuro de la noche, por el andar, á su señor don Rodrigo Calderón; que apenas don Rodrigo había andado algunos pasos cuando fué acometido, y que queriendo ir el declarante á socorrerle, como era de su obligación, se encontró con el otro hombre, que le esperaba daga y espada en mano, y en quien á poco tiempo conoció á don Francisco de Quevedo.

El diablo me echó delante al sargento mayor don Juan de Guzmán. ¡Que os encontrásteis anoche á don Juan de Guzmán! dijo con asombro el duque . ¡Bah! ¡imposible! ¡no puede ser! ¡vísteis visiones! No vi, tropecé; y como llevaba la daga de punta, porque eran malos sitios, mala hora y mala noche, sin quererlo, sin pensarlo, le maté. ¡Ah!, ¡matásteis... al sargento mayor!...

Ha sido, no hay duda, una daga de hoja larga y delgada, un estilete, muy probablemente. He encontrado en la parte exterior de la herida, sobre la tela de su sobretodo, algo así como grasa, o, más bien dicho, gordura animal. Voy a hacer analizar un poco, ¿y sabe lo que espero encontrar en ella? No; ¿qué? Veneno fue su contestación.

Morsamor, ataviado con esmero y elegancia, parecía más joven y más gentil que nunca. De su cinto, bordado de oro, pendían la espada, la daga y la primorosa escarcela; coleto de finísimo ante, lleno de prolijas labores, cubría su pecho y sus espaldas. Las mangas acuchilladas, así como los gregüescos eran de blanco raso.

Escuchando atentamente, en el bote un rumor como el de una persona que cambiase de posición. ¿Quién era aquel hombre encargado de guardar la invención diabólica de Miguel? ¿Estaba despierto o dormido? Llevé maquinalmente la mano al puño de mi daga, y al propio tiempo noté con alegría que hacía pie.

Vuestra vista es mejor que la mía, y quiero que si véis á un caballero, por noble y alto que sea, menospreciar esta prenda de la dama á quien sirvo, le anunciéis inmediatamente que tiene que habérselas con el barón León de Morel, á caballo con lanza y escudo ó á pie con espada y daga, en combate á muerte.

Don Juan se quitó la capa y el sombrero, la daga y la espada, las arrojó sobre un sillón y se sentó en otro descuidadamente junto al brasero, como pudiera haberlo hecho en su casa. Y esto era lógico. El cuarto de su mujer, era su cuarto.

»Y, diciendo estas razones, con una increíble fuerza y ligereza arremetió a Lotario con la daga desenvainada, con tales muestras de querer enclavársela en el pecho, que casi él estuvo en duda si aquellas demostraciones eran falsas o verdaderas, porque le fue forzoso valerse de su industria y de su fuerza para estorbar que Camila no le diese.

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