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Actualizado: 11 de junio de 2025
Pero, señor don Adrián díjole su amigo chanceándose : usted se ha corrido mucho, se ha despilfarrado... porque un yacht de esas condiciones, no se compra con dos cuartos. ¡Caray! ¡Yo lo creo!... Pero no se piense usted que el pobre boticario... ¡Quiá! ¡Pues están los tiempos, gracias a Dios, para esas sangrías... caray, caray! No, señor.
Con poner en el otro platillo los perros grandes y chicos que me has sacado, me salvo díjole Moreno riendo y manoseándole la cara. No me hagas carantoñas, sobrinillo. Si crees que eso te vale, gran miserable, usurero, recocho en dinero repitió Guillermina con tono y sonrisa de chanza benévola . ¡Qué hombres estos!
Como Juan insistiese en lo del vaso de agua, díjole a su esposa por lo bajo: «Este infeliz lo que tiene es hambre». A ver, Sr. de Ido indicó la dama , ¿se comería usted una chuletita? Don José respondió tácitamente, con la expresión de una incredulidad profunda. Cada vez parecía más extraño su mirar y más acentuado el temblor del párpado y la mejilla.
Luego, volviéndose a Ángel, que continuaba mudo y cada vez más aturdido, dijole entregándole el retrato: Tómale, hijo, ya que le deseas..., como es natural; pero procura no tenerle delante cuando medites sobre lo que te he dicho, para resolver lo que te conviene.
Cualquier cosa, lo que usted pueda... Algún bibelot para la kermesse. ¡Oh!, sí, sí... Enviaré algún objeto de arte... Margarita se mordió los labios para no soltar la risa: pensaba si sería la chocolatera el objeto de arte prometido. Currita díjole entonces con graciosa sonrisa: Y si ese objeto de arte es obra de su genio de usted, será mucho más agradecido.
Tentólos don Quijote, y cayó luego en la cuenta de lo que podía ser, y díjole a Sancho: -No tienes de qué tener miedo, porque estos pies y piernas que tientas y no vees, sin duda son de algunos forajidos y bandoleros que en estos árboles están ahorcados; que por aquí los suele ahorcar la justicia cuando los coge, de veinte en veinte y de treinta en treinta; por donde me doy a entender que debo de estar cerca de Barcelona.
¡Y cuidado! díjole don Alejandro , que ésta es del oficio, y su voto, de calidad por consiguiente... ¡Caray! de ese modo, ya lo creo... Sí, señor, eso es.
Jacobo depositó un beso en los cabellos de Juana, y sosteniéndola con un brazo, condújola fuera de la habitación hasta las primeras gradas de la escalera. Pronto, a su casa díjole besándole la mano precipitadamente. Y alejose. La señora de Maurescamp volvió pronto a su casa, conducida por la señora de Lerne. Su ausencia había sido corta.
Fuele a buscar donde el ventero le había dicho que estaba, y hallóle, y díjole que en todo caso le dijese luego lo que le había de decir después, acerca de lo que le había preguntado en el camino. El hombre le respondió: -Más despacio, y no en pie, se ha de tomar el cuento de mis maravillas: déjeme vuestra merced, señor bueno, acabar de dar recado a mi bestia, que yo le diré cosas que le admiren.
En una de estas ocasiones, o porque el abuelo se espontaneara algo más, o porque fueran más vivas las tentaciones de la curiosidad de su nieta, díjole ésta en crudo: Quiero saber lo que usted piensa de esas cosas de mamá. ¿Por qué me trataba antes tan mal, y me contempla y mima tanto ahora?
Palabra del Dia
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