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Actualizado: 11 de junio de 2025
Fué bajo el gobierno de este virrey cuando, en 1635, aconteció la famosa quiebra del banquero Juan de la Cueva, en cuyo Banco dice Lorente tenían suma confianza así los particulares como el Gobierno. Esa quiebra se conmemoró, hasta hace poco, con la mojiganga llamada Juan de la Cova, coscoroba. El conde de Chinchón fué tan fanático como cumplía a un cristiano viejo.
Toleti, 1574. Contiene las comedias: Necrománticus, Lena, Decepti, Suppositi. Parnaso español, tomo VIII. Hijos ilustres de Sevilla, por D. Fermín Arana de Varflora. Sevilla, 1791. Las comedias de Juan de la Cueva, primera parte. Sevilla, Juan León, 1588. Las dos piezas, que llevan este título, son las más antiguas de España, en que se desarrolla una misma fábula en más de una comedia.
Estudiando se aprende eso: que el hombre es el mismo en todas partes, y aparece y crece de la misma manera, y hace y piensa las mismas cosas, sin más diferencia que la de la tierra en que vive, porque el hombre que nace en tierra de árboles y de flores piensa más en la hermosura y el adorno, y tiene más cosas que decir, que el que nace en una tierra fría, donde ve el cielo oscuro y su cueva en la roca.
En estas y otras gustosas pláticas se les pasó aquel día, y a la noche se albergaron en una pequeña aldea, adonde el primo dijo a don Quijote que desde allí a la cueva de Montesinos no había más de dos leguas, y que si llevaba determinado de entrar en ella, era menester proverse de sogas, para atarse y descolgarse en su profundidad.
Nuestra aventura fué muy sonada en Lúzaro; todo el mundo se enteró, y hubo que pagar el Cachalote a Zapiain, el relojero y corredor de comercio. Para nosotros no era cosa de avergonzarnos; los chicos nos admiraban. Yo conté de mil maneras distintas las impresiones que se experimentaban en la cueva del Izarra y demostré que en ella no había nada maravilloso, sino restos del paso de contrabandistas.
Entonces se fue a la cueva y le dijo al bandolero lo que había sucedido, y el capitán le prometió que aquella noche estaría en la iglesia y cumpliría su palabra. Así lo hizo, y tuvo al niño en la pila y le regaló un saco lleno de oro. «Pero a poco tiempo el niño se murió y se fue al cielo.
Después de desandar lentamente en diez o doce horas las leguas que rodara sin poder pararme, me volví a encontrar ante la casa de Tucker. Justo en la puerta me detuve esta vez. ¡Para ello había vuelto paso a paso!... En el tiempo de mi vuelta, la casa había cambiado bastante. Ahora parecía una ruina y una cueva. Pero no había cómo equivocarse por la chapa de cobre, que siempre decía: TUCKER
La niña fue a ponerse detrás de una silla; desde allí, perseguida por Amalia y por Concha, corrió alrededor de la mesa; por último, se refugió detrás del mayordomo. ¡Manín! ¡Manín, por Dios me escondas! Pero éste la sujetó por un brazo y la entregó a la señora. Tomáronla cada una por una mano y la arrastraron, apesar de sus gritos penetrantes. ¡A la cueva no! ¡A la cueva no! ¡Madrina, perdón!
Desde el fondo de la cueva salió otro tiro entonces: el de la espingarda de Pito. Hirió también al oso, pero sólo le detuvo un momento: lo bastante para que el mozón de Robacío le hundiera la hoja de su cuchillo por debajo del brazo izquierdo, hasta la empuñadura.
760 "El hombre, hasta el más soberbio, con más espinas que un tala, aflueja andando en la mala y es blando como manteca: hasta la hacienda baguala cai al jagüel con la seca." 761 "No andés cambiando de cueva; hacé las que hace el ratón. Conserváte en el rincón en que empezó tu esistencia: vaca que cambia querencia se atrasa en la parición."
Palabra del Dia
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