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Actualizado: 6 de junio de 2025
18 y la cigüeña, y toda especie de cuervo marino, y la abubilla, y el murciélago. 19 Y toda serpiente de alas os será inmundo; no se comerá. 20 Toda ave limpia comeréis. 21 Ninguna cosa mortecina comeréis; al extranjero que está en tus poblaciones la darás, y él la comerá; o véndela al extranjero; porque tú eres pueblo santo al SE
Nadie, con todo, se jactará, fundadamente, de ser más español que él por el espíritu y por su primera manifestación sensible, la palabra. Tal vez sea, en nuestra época, un colombiano, Rufino Cuervo, quien sabe teórica y gramaticalmente más lengua española.
Al pronto creyó que eran perros; pero no, eran lobos, y marchaban lentamente detrás de Yégof, el cual no los veía, al parecer. Revoloteaba el cuervo, pasando de la luz a la sombra que arrojaban las rocas, y después volvía; los lobos, con los ojos brillantes y los hocicos levantados, olfateaban, y el loco alzaba su cetro.
10 mas todo lo que no tuviere aleta y escama, no comeréis; inmundo os será. 11 Toda ave limpia comeréis. 13 y el ixio, y el buitre, y el milano de toda especie, 14 y toda especie de cuervo, 15 y el avestruz, y el mochuelo, y la garceta, y el gavilán de toda especie, 16 y el halcón, y la lechuza, y el calamón, 17 y el cisne, y el pelícano, y la gaviota,
¡Qué se pretende con avisar a mi padre! Debió respetarse la voluntad de mi madre, que no le llamó cuando estaba moribunda. Porque vosotros lo habéis estorbado. Pero harto sabéis que su último suspiro fué para él. ¡Cuervos! ¡Lobos! ¡Basta de insultos, que la paciencia se me acaba! ¡Y tú el mayor cuervo! ¡Y tú el mayor lobo! DON FARRUQUI
Cuervo, que no hay más que cuatro o cinco autores españoles cuyas obras se lean en América con gusto y provecho, que allí la vida intelectual se deriva de otras fuentes; pero si esto es así, si en España no hay más que cuatro o cinco autores, y si para vivir vida intelectual tenemos que recibirla de Francia, tan amenazado como en aquellas repúblicas está el castellano en esta desventurada y estéril metrópoli, donde sólo Dios sabe qué lengua hablaremos, o si dejaremos de hablar ya que nada propio y no venido de París tenemos que decir en ninguna habla.
Esto era de búho, lo otro de mochuelo, lo de más allá de cuervo, y hablaba con respeto de cierto nido de águilas que su padre había visto de joven en aquel sitio: feroces animales que pretendían picarle los ojos, y obligaban al buen campanero a pedir la escopeta al guardia nocturno cada vez que había de visitar las bóvedas.
Sus arrugados ojuelos, su nariz de pico de cuervo, los pómulos de sus mejillas separados de la nariz por dos grandes pliegues parecidos a dos trazos que iban a perderse en una extensa rubicundez imperial, todo reía en la fisonomía del viejo soldado, todo revelaba un carácter animoso y jovial.
¿Existirá una lógica, una armonía dentro de la absurdidad de la borrachera? Poe, haciendo eses por las calles de Nueva York la mañana que se publicó El Cuervo, era un montón abyecto de carne, un borracho grotesco; pero ¿qué maravillosas creaciones se forjaban en su laboratorio interior?
Tapémonos ambas orejas, contra el graznido áspero y soez de ese cuervo que dice al mundo: oid en mi graznido el gorgeo dulce y apasionado de la calandria y del ruiseñor.
Palabra del Dia
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