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Actualizado: 22 de junio de 2025
-Mira, Teresa -respondió Sancho-, y escucha lo que agora quiero decirte; quizá no lo habrás oído en todos los días de tu vida, y yo agora no hablo de mío; que todo lo que pienso decir son sentencias del padre predicador que la Cuaresma pasada predicó en este pueblo, el cual, si mal no me acuerdo, dijo que todas las cosas presentes que los ojos están mirando se presentan, están y asisten en nuestra memoria mucho mejor y con más vehemencia que las cosas pasadas.
Cuando al cabo de un rato tornaron a entrar, la niña de Calderón tenía la carita encendida, los ojos brillantes, con una expresión sumisa y dichosa a la vez, que si no temiéramos cometer una profanación en viernes de Cuaresma, compararíamos a la de la Virgen María cuando el ángel Gabriel le anunció que concebiría del Espíritu Santo. Continuó la reunión con un carácter semirreligioso.
Quéjamonos nosotros a don Alonso, y el Cabra le hacía creer que lo hacíamos por no asistir al estudio. Con esto no nos valían plegarias. Pasamos este trabajo hasta la cuaresma que vino, y a la entrada de ella estuvo malo un compañero. Cabra, por no gastar, detuvo el llamar médico hasta que ya él pedía confesión más que otra cosa.
¿Jenny Hawkins? La misma. No he de andar en hipocresías contigo. Hacía dos meses que mi futuro suegro me llevaba dando tumbos por sus ranchos, lo que me resultaba monótono. Aquella muchacha me hizo una acogida calurosa y la ocasión, la primavera... Salí de toda aquella cuaresma americana con una buena cena á la europea... ¿Estabas entonces en el cuarto cuando yo entré?
La guarda de María, durante algunos días de la cuaresma y Semana Santa, acude en romería á una pintoresca montaña llamada el Calvario, en la que se alza una tosca cruz de madera. La ofrenda á María que hacen las dalaguitas al terminarse el último novenario del mes de Mayo, es digna de verse por todos conceptos.
Se hablaba y se reía con discreción, bajando el tono. Si algún pollo se desmandaba un poco de palabra, las damas le llamaban al orden recordándole que en viernes de Cuaresma no se debe aludir a ciertas cosillas prohibidas. El espíritu de Dios estaba en la asamblea, a juzgar por la gran conformidad, por la dulce serenidad con que todos se resignaban a vivir en este valle de lágrimas.
E aínda, pensaba el P. Guevara, que por privilegio no tienen los mareantes memoria del Miércoles de Ceniza, ni Semana Santa, ni Cuatro témporas, ni aun de la Cuaresma mayor, porque si ayunan, no es por la vigilia, sino porque les falta la vitualla.
Todo esto se hace con bastante veneración, y si llueve o las calles están con lodo, llevan al sacerdote en silla de manos, o por mejor decir de hombros, pues en ellos la llevan cuatro o más indios, sin que por esto deje de sacarse el palio y demás decencia que queda explicada. Para celebrar los matrimonios parece tenían los jesuitas tiempo determinado, y era después de cuaresma.
Pasamos en este trabajo hasta la Cuaresma; vino, y a la entrada de ella estuvo malo un compañero. Cabra, por no gastar, detuvo el llamar médico hasta que ya él pedía confesión más que otra cosa. Llamó entonces un platicante, el cual le tomó el pulso y dijo que la hambre le había ganado por la mano en matar aquel hombre. Imprimiéronseme estas razones en el corazón.
Sí, respondía don Timoteo; ¡pero lo que me ha costado ese decreto! Y luego, el derribo no se hace hasta dentro de un mes, hasta que venga la cuaresma; pueden venir otras partidas... yo hubiera querido que se derribasen al instante, pero... Y además, ¿qué me van á comprar los dueños de esas casas si son todos unos más pobres que otros? Siempre podrá usted comprarlas casitas por una bicoca...
Palabra del Dia
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