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Actualizado: 6 de junio de 2025
Por más que Isidora reconociera la importancia moral de aquella casa, no podía remediar que le fueran antipáticos el establecimiento, la tienda, llena de feísimos objetos, la trastienda donde trabajaban Rafael y sus oficiales, y la vivienda toda, honrada, virtuosísima, modelo de dignidad, de laboriosidad y de cristianismo, pero impregnada de un cierto olor de badana cruda, con malas luces y ruidos de taller.
El Pretendiente, tres... y mire usted, lo que es ese dará mucho juego; ya empieza todo el mundo a llamarle Carlos VII. Reúne él solo más partidarios que todos los demás juntos, y gente cruda, de trabuco y pelo en pecho. El duque de Aosta, un italiano... cuatro. Un alemán que se llama Ho... ho... en fin, un nombre difícil; los periódicos satíricos lo convirtieron en Ole, ole, si me eligen... cinco.
Del un fuerte los nuestros han salido, Metiéndose en un grande y alto mato: Los ingleses al fuerte han acudido, Del otro fuerte vienen al rebato, Del mato vuelven ya con alarido; Duró la cruda guerra grande rato, Cayendo los ingleses luteranos Sin muerte, ni herida de cristianos.
Por lo común, eran gentes desabridas y regañonas; y en sus peleas contra las veleidades de la baraja, siempre llevaban la parte más cruda unas cuantas viejas aristócratas, como si el ochavo que allí disputaban encarnizadamente alcanzara a tapar los descubiertos y trampas en que vivían, por culpa de sus despilfarros y disipaciones.
Por dos veces ò tres se han carteado, Y en breve se ha forjado la maraña: Lo que Abrego con ellos ha tratado No sé decir, que usò siempre de maña. Una noche con cartas han llegado, Y al punto con tirana y cruda saña Prendieron al teniente, y
Y como llegasen cerca de las puertas del café de la Aurora, que dejaban pasar la luz amarilla y cruda del gas, ocurriósele, por fin, la liliputiense estratagema, y con felina amabilidad dijo la viuda: Y ahora, ¿qué se hacen? Nosotros pensábamos entrar a tomar un refresco.... ¿Nos acompañarán ustedes? Un sorbetito, cualquier cosa....
Y yo no me enfadé, y volví, y todos los días le traía algo á la Silvia. Como usted era el que iba á la compra, no le podíamos sisar, y la infeliz no tenía una triste chambra que ponerse. Era una mártira, D. Francisco, una mártira; ¡y usted guardando el dinero y dándolo á peseta por duro al mes! Y mientre tanto, no comían más que mojama cruda con pan seco y ensalada.
Tan aficionado a jarabe de pico, y tiene más miedo a una mujer que a los truenos. Detúvose la Comadreja, y mirando fijamente a Amparo, añadió: Tú aún tienes otro obsequiante, pero te callas. ¿Quién, mujer? El barquillero. ¡Sí, que no está derretido por ti! ¡Aquel animal! exclamó Amparo . Parece una patata cruda... mujer, hazme más favor. Aquel animal
Voy a hacerme un traje de tela cruda, que hasta allí.... Bueno, bueno, hombre, no te pongas hecho una sierpe.... Si ya sé que tengo que guardar método, y acostarme temprano... a las ocho con las gallinitas: ¿qué más pides? ¡Ay, qué rico hermano me dio Dios! ¡Así todas se me mueren por él! ¿Si pensarás, si pensarás tú que me la das con tus lagoterías?
Se habían acabado, desde hacía largo tiempo, ese fulgor inseguro y seductor que colora los sentimientos nacientes, y ese dulce abandono que permite la embriaguez inconsciente de la juventud; en su lugar estaban la luz brillante y cruda de un conocimiento madurado por los años, la actitud fría y rígida que impone una conducta severa.
Palabra del Dia
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