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Actualizado: 16 de junio de 2025
Pintó luego una obra que se ha perdido: la Expulsión de los moriscos. La intolerancia popular, la adulación de los cronistas y la propia superstición, harían creer a Felipe IV que aquel acto impolítico y cruel era lo que más honraba la memoria de su padre, y quiso eternizarlo. Miradas las cosas con imparcialidad, es disculpable que el Rey pensase así.
No acertaremos jamás los mínimos y escrupulosos cronistas del señor Joaquín el Leonés, cuál fuese la razón secreta y potísima que le llevó a vedar siempre a su hija el uso del café, cual si fuese emponzoñada droga o pernicioso filtro: caso tanto más extraño cuanto que ya sabemos la afición desmedida, el amor que al café profesaba nuestro buen colmenarista.
El tesoro privado del Califa se aumentaba ademas con frecuentes donativos que le hacian propios y estraños, como se verá en lo sucesivo. Sobre esta singular costumbre de dividir los Musulmanes con los Cristianos las basílicas de las ciudades conquistadas, y de que no se encuentra memoria en nuestros antiguos cronistas, pueden verse las autoridades citadas en la nota 1.ª del Sr. Gayangos al cap.
De la coronacion de D. Pedro 3.º no tenemos una relacion circunstanciada, aunque varios historiadores dicen, que fué una de las mayores que se habian celebrado en aquellos tiempos; tampoco hablan minuciosamente los cronistas de la de D. Jaime 2.º y D. Alonso 3.º llamado el Franco, quien por ausencia del arzobispo de Tarragona y hallarse vacante la silla de Zaragoza, fué coronado por el obispo de Huesca; pero de la de D. Alonso 4.º hijo del anterior, y llamado generalmente el Benigno, tenemos particularísimas noticias, y podemos decir que entonces el castillo de la ALJAFERIA, rebosó en magestad y vió en su recinto la mas brillante concurrencia.
Y no es eso lo peor, sino que, en mi entender, dicho fragmento, aunque considerable, es lo único que hoy se conoce de la SUMA Y NARRACION DE LOS INCAS. El silencio de los bibliófilos y de los cronistas dominicanos, por una parte, y por otra el ningun resultado de mis gestiones en busca del MS., que tuvo y aprovechó fray Gregorio, y que seguramente legaria al convento donde murió, son indicios de mal agüero.
En este método de vida, y sin pensar en abandonarle, porque no conocía otro más divertido, cumplió Verónica los veintidós años. Decían los cronistas de salones por escrito, y de palabra el enjambre de aduladores que cenaban en su casa y la perseguían en las ajenas, que era, por entonces, el dechado de todas las perfecciones escultóricas y el conjunto de todos los donaires del ingenio.
Fernando repetía con entusiasmo su propio apellido al hablar de aquel varón fuerte, al que consideraba su ascendiente glorioso. Ojeda es en el Nuevo Mundo lo mismo que Aquiles en la Ilíada o el Cid en el Romancero. ¡Qué hermosa muestra de hombre!... Los cronistas de la época lo pintaban pequeño de cuerpo, agraciado de rostro, con una agilidad y una fuerza sorprendentes.
Hay que saber explotar la vanidad, el vicio o el secreto de alguna intimidad tortuosa. El dolor, la miseria, la injusticia no le interesan al que no las padece. Y esto lo saben los doctores de esas aulas de tragicomedia que están siempre abiertas en las aceras cortesanas. Y estos lamentables bigardos os dirán que son filósofos, cronistas y poetas.
Erase un gran edificio llamado Diccionario de la Lengua Castellana, de tamaño tan colosal y fuera de medida, que, al decir de los cronistas, ocupaba casi la cuarta parte de una mesa, de estas que, destinadas á varios usos, vemos en las casas de los hombres.
Los cronistas de la Edad Media hablaban también del pulpo gigante, que en más de una ocasión había arrebatado á hombres, de las cubiertas de las naos, con sus brazos de serpiente. Los navegantes escandinavos, que lo habían entrevisto en sus fiords, le apodaban el kraken, exagerando sus proporciones hasta convertirlo en un ser fabuloso.
Palabra del Dia
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