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Actualizado: 1 de junio de 2025
Nosotros, que gustamos de todo lo que es grande, aunque sea una ira real, hemos referido esta anécdota, porque los pájaros verdaderamente negros, esto es, los que tienen emponzoñada la lengua y la pluma, se han vengado después, valiéndose siempre de sus armas usuales, el ardid y la calumnia; y han calumniado al infortunio. ¡Pobre don Pedro! Acaso fue malo, porque fue desgraciado.
Diez años ha que la tierra pesa sobre sus cenizas, y muy cruel y emponzoñada debiera mostrarse la calumnia que fuera a cavar los sepulcros en busca de víctimas. ¿Quién lanzó la bala oficial que detuvo su carrera? ¿Partió de Buenos Aires o de Córdoba? La historia explicará este arcano.
No acertaremos jamás los mínimos y escrupulosos cronistas del señor Joaquín el Leonés, cuál fuese la razón secreta y potísima que le llevó a vedar siempre a su hija el uso del café, cual si fuese emponzoñada droga o pernicioso filtro: caso tanto más extraño cuanto que ya sabemos la afición desmedida, el amor que al café profesaba nuestro buen colmenarista.
Es un reptil que si le arrojamos de nuestro pecho, se arrastra y enrosca á nuestros pies; y cuando pisamos un extremo de su flexible cuerpo, se vuelve y nos hiere con emponzoñada picadura. Necesidad de una lucha continua.
Pero en la vida del poeta sacerdote iban a presentarse ahora nuevos sucesos escandalosos, que habrán hecho murmurar largamente a los maldicientes de la Corte y que dieron pábulo a los ataques de los enemigos de Lope, de los cuales es de recordar una emponzoñada décima de Góngora, publicada por la Barrera.
AZUCENA. Sí; desde esta mañana he sentido que me abandonaban las fuerzas, que mis miembros se torcían; un velo de sangre ha ofuscado más de una vez mis ojos, y un zumbido espantoso ha resonado continuamente en mis oídos... se me figuraba que oía el llamamiento a la eternidad... ¡La eternidad! Y ya voy a salir de esta vida con el alma emponzoñada... MANRIQUE. Por favor. AZUCENA. Y van a matarme...
Con cuán victorioso despecho preguntábase entonces: ¿Cómo el alma del creyente podía correr en pos de un grano de vida como aquél, de una migaja de sensualidad efímera, y a veces emponzoñada, si Dios le ofrecía desde el cielo los goces infinitos y eternos?
Tuvo, sí, miedo de su furia y puso pies en polvorosa. Sin embargo, al llegar a la puerta de la sala, y antes de apresurar el paso y aun de echar a correr, no pudo resistir a la tentación de imitar a los partos y de disparar huyendo la más emponzoñada flecha. Señor valiente dijo . No disimule usted su miedo con la cólera. El caso es grave.
¿Qué enorme catástrofe de alma te engendró aquella gran sed, monstruosa y suicida? Una sirena encantadora cantaba en el fondo del vaso y tú no querías oír sino su voz emponzoñada de trágica Loreley. Y allí te esperaba la Muerte, la marioneta descarnada, todo blancura y piruetas, como la Colombina de tus fiestas galantes.
El defecto, llamémosle así, es el más tremendo pesimismo. La aprobación y hasta si se quiere la admiración que como obra de arte nos causa La sima, no va acompañada de puro deleite estético, sino harto amargada y hasta emponzoñada por el espectáculo de la vileza y de la maldad de los seres humanos, y por ciertas dudas impías y desesperadas sobre la Providencia del cielo.
Palabra del Dia
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