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Actualizado: 15 de junio de 2025
Jamás, desde que salió de la cárcel, había arrostrado Ester la presencia del público sin ir acompañada de Perla. En todas sus visitas á la población, iba Perla también: primero, cuando tierna niña, la llevaba en brazos; luego, más crecida, iba como una pequeña compañera de su madre, asida de un dedo y dando saltitos.
El Padre Zapata les hizo varios presentes, aconsejándoles que cambiasen su manera de vivir; y habiendo sabido que tenian mas al norte unos enemigos llamados Cayuvavas, continuó su marcha hácia esta parte, y encontró mas de dos mil indígenas distribuidos en siete poblaciones, cuyo cacique, llamado Paytiti, se hácia notar por su mucha y muy crecida barba.
El acero de Madrid. Belisa, hija ya crecida del viejo Prudencio, se enamora en misa del joven Lisardo, aunque su amor recíproco sólo se exprese con tiernas miradas. Un día, al salir de la iglesia, deja ella caer un billete, con objeto de participarle un proyecto para verse y hablarse con más frecuencia.
Este medio consistía en tomar una cantidad bastante crecida de acciones en la mina al ser comprada por la sociedad; seguir comprando todas las que se pudiesen; luego comenzar a venderlas más baratas, hasta llegar a producir el pánico en los accionistas.
El público ya tenía entre pecho y espalda setenta y cinco endecasílabos de este monólogo y se disponía a recibir con resignación otra partida no menos crecida, cuando de pronto... ¿Qué ha pasado... qué sucede? ¿Por qué se levanta el público? ¿Por qué se puebla la escena de gente? Un bulto, un hombre, acaba de caer de las bambalinas sobre el escenario con espantoso estruendo.
Zalacaín lo comprendió y se mostró indiferente y contempló sin turbarse al cura. Llevaba éste la boina negra inclinada sobre la frente, como si temiera que le mirasen a los ojos; gastaba barba ya ruda y crecida, el pelo corto, un pañuelo en el cuello, un chaquetón negro con todos los botones abrochados y un garrote entre las piernas.
Al tiempo, pues, que Febo matizando Venia de colores la mañana, Entraron por el rio, costeando La banda del Brasil que es mas cercana. La via á San Gabriel enderezando, Llevando de llegar crecida gana, A cabo de tres dias, medio á tiento, Tomó puerto el Armada con contento. Surgiendo en San Gabriel, que así se llama El puerto á donde surge aquesta Armada, Los indios acudieron á la fama.
A una hermosura delicada, espiritual, resultado de una maravillosa combinación de encantos, unía un candor y una pureza de ángel; se había casado crecida, más que crecida, á los treinta años, veinticuatro de los cuales los había pasado en un convento, y era, sin embargo, una niña, y tenía en su mirada, en su sonrisa, en su expresión una fuerza imponderable de sentimiento; dormía bajo su inexperiencia, bajo su timidez, una alma vivamente impresionable, ardiente, apasionada, por lo dulce y por lo bello, pero sin aspiraciones, sin comprender su deseo, sin irritarle.
A todo esto, yo no sabía cómo se llamaba, y a fin de averiguarlo escribí la pregunta en otra hoja de la cartera: ¿Cómo se llama V.? La chica contestó en la misma letra inglesa y crecida, con el papel rayado: Me llamo Teresa no crea ustez por Dios que juego con muñecas. Diez o doce días se transcurrieron de esta suerte.
Aquí han visto muchos un gigante De gran disposicion y muy crecida. No está, segun yo supe, el aquí estante: Que allá la tierra adentro es su guarida; Mas viene aquí á pescar muy á menudo, De sus redes cargado, mas desnudo. Arriba de aquí están los remolinos, Que es cosa de admirar y gran espanto.
Palabra del Dia
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